29 septiembre 2016

El viaje de Maura no ha terminado


Una cosa que siempre ha quedado muy clara de "Transparent" es que sus protagonistas, los Pfeffermann, no son una familia disfuncional, como diríamos ahora, sino que esa disfunción viene de su egocentrismo. Les cuesta ver más allá de sus propios problemas, pero paradójicamente, eso no quiere decir que sepan quiénes son ni lo que quieren. Las dudas de Sarah el año pasado, la exploración de Ali de su orientación sexual, las inseguridades narcisistas de Josh o el propio viaje de Maura para aceptarse como mujer se muestran bajo esa luz; a los Pfeffermann sólo les importan ellos mismos, y son incapaces de salir de su burbuja de, mayoritariamente, problemas del primer mundo.

Jill Soloway y el resto de responsables de "Transparent" afirmaron que la tercera temporada de la serie iba a involucrar que todos los personajes salieran de su caparazón, que dieran por fin un paso fuera de su burbuja, y el primer episodio apunta a que ese momento de reconocimiento, esa "epifanía", está cerca de pasarle a Maura. Toda la serie es su viaje, primero, para reconocer que siempre se ha sentido una mujer, y para lograr que los demás la reconozcan como tal, pero eso no es lo complicado. Lo complicado viene cuando ese primer paso ya está dado. Como vimos ya en la segunda temporada, Maura tiene que aprender a vivir con las cosas que hizo cuando aún era Mort. Era la misma persona, y reconciliar algunas de aquellas cosas (como impedir la entrada de mujeres en los órganos directivos de la universidad), resulta difícil. Pero es que no ha hecho borrón y cuenta nueva, eso no es posible. Siempre ha sido Maura.

Esa aceptación fue uno de los pasos de la segunda temporada, y la tercera la va enfrentar a sus propios prejuicios sobre la comunidad trans y a sus dudas sobre si quiere someterse a cirugía de reasignación de sexo. El primer capítulo ya da las primeras pistas; Maura es de clase alta, tiene una novia a la que quiere, amigos que la aceptan y sus hijos parecen ser felices, pero no está contenta. No está realizada como persona. Intenta llenar ese vacío haciendo cosas que denotan su privilegio de clase alta y raza blanca, que dirían en Estados Unidos. Intenta ayudar a otras personas sin conocerlas realmente, sin saber cómo viven o cuáles han sido sus problemas. ¿Será la educación de Maura parte de su evolución en esta nueva temporada?

Soloway ya ha dicho también que, por muchos viajes de autodescubrimiento que emprendan, los Pfeffermann no pueden cambiar, que no es tan sencillo aprender de sus errores. Maura, desde luego, empieza la temporada en un punto muy bajo, en un punto que puede obligarla a mirar más allá de la punta de su nariz.

28 septiembre 2016

Héroes de cine, héroes de tele


Que los superhéroes son el tema de moda en el cine y la televisión en los últimos años es innegable. El gran éxito de las películas de Marvel en taquilla ha animado a probar suerte con cintas de personajes un poco menos conocidos, y que a veces funcionan bien (como "Deadpool"), y ha llevado a que todas las cadenas de televisión quieran tener su propia serie superheroica. La colaboración entre Marvel y Netflix puede ser la que se lleve la mayor parte de la atención mediática, pero hay bastantes otras series de superhéroes en cadenas de televisión más tradicionales.

Justo el estreno el viernes de "Luke Cage" y la suerte desigual de las películas comiqueras del verano han llevado a que The Guardian se pregunte si la televisión no está haciendo mejores historias de superhéroes que el cine, ahora mismo. Desde luego, es en televisión donde están viéndose protagonistas que no son los hombres blancos de aspecto all american que, hasta ahora, han dominado la gran pantalla. El propio Cage y su "media naranja" (por llamarla de algún modo), Jessica Jones, son dos ejemplos de que las series no están tan constreñidas por el temor de Hollywood a espantar a los adolescentes que van en masa a ver sus taquillazos en el primer fin de semana. Y eso que si leemos cualquier comentario en entradas sobre "Supergirl", podemos comprobar que el cliché, por desgracia, tiene algo de verdad, porque siempre se la descarta como "serie para niñas".

Pero esas "niñas" son un público al que no se estaba llegando. Cuando se amplían los tipos de héroes en pantalla, se alcanza a mucha más población que, de otro modo, pasaría olímpicamente de estas series y, además, las enriquece mucho más. Hay tal variedad de tonos y protagonistas en televisión, que no es raro que haya quien diga que es en la pequeña pantalla donde se están logrando las mejores historias de superhéroes. Hay más tiempo para presentar a los héroes y a los villanos, para explorar a fondo determinados temas y para ofrecer algo más que acción a raudales.

También tiene sus problemas, claro. Los villanos son una asignatura pendiente en muchas de ellas. Wilson Fisk, Slade Wilson o Kilgrave son excepciones en series a las que les cuesta mantener interesante la figura del gran rival del héroe. Tal vez un enfrentamiento contra un único villano funcione mejor en el cine, aunque acumular malos tampoco implica que la temporada vaya a ser mejor. Pero es verdad que, por su naturaleza serializada, la televisión parece un medio más capaz de sacar todo el jugo a estos superhéroes que el cine.

26 septiembre 2016

El buen sitio de la gente ¿buena?


El guionista Mike Schur no sabe hacer comedias sin más. Procedente de "The Office", sus siguientes proyectos siempre se han salido, de alguna forma, del molde de lo que se considera una sitcom tradicional. "Parks and recreation" y su intenso lado emocional y "Brooklyn Nine-Nine" y esa sátira de las series de policías están lejos de los estrenos, mucho más convencionales, que las cadenas estadounidenses han elegido en comedia para la temporada 2016/17, que el nuevo proyecto de Schur para NBC, "The good place", ya parece directamente una excentricidad. Más todavía cuando el guionista afirma que "Perdidos" es una gran influencia en esa serie.

"The good place" nos lleva a una vida eterna en la que no se distingue Cielo e Infierno, sino entre el Buen Sitio y el Mal Sitio. Al primero llega Eleanor, una mujer elegida para ese lugar porque, en vida, fue una buena persona, alguien altruista, dedicado a mejorar la vida de las demás personas y al que no le importaba sacrificarse por ellas. Con la diferencia de que Eleanor no es realmente así, y si quiere seguir en el Buen Sitio, tiene que cambiar y empezar a ser una buena persona. Y tiene que hacerlo antes de que la descubra Michael, el arquitecto del barrio del Buen Sitio al que ha ido a parar.

Ya es un punto de partida bastante particular para una sitcom de NBC, y cuando se ven los dos primeros capítulos, aún queda más claro su condición especial entre la cosecha de comedias en abierto de esta temporada. Es una sinopsis más propia de una película de Frank Capra, pero contada con las herramientas y el punto de vista del siglo XXI, de un tiempo en el que el narcisismo se fomenta en las redes sociales y donde no vale con ser buena persona, tienes que proclamarlo a los cuatro vientos de internet. Esa dualidad puede ser interesante de ver, más si tenemos en cuenta que Eleanor es una egoísta de manual, pero parece que no es la única persona que se dejó tentar por el egocentrismo entre los habitantes del Buen Sitio.

Esos pequeños detalles de que hay cosas ocultas ahí que no son tan perfectas pueden dar a "The good place" su toque diferencial. Tiene a una gran protagonista central en Kristen Bell (que no había vuelto a llevar una serie sobre sus hombros desde "Veronica Mars") y un look luminoso, como de "Pushing daisies", pueden hacernos creer que vamos a ver una serie muy optimista y tirando a moñas, pero da la sensación de que no es ese el caso. Los esfuerzos de Eleanor por mejorar, y algunos comentarios sueltos de otros habitantes, apuntan a que en el Buen Sitio hay mucho aún por descubrir.

Música de la semana: "This is us" ha sido uno de los estrenos con mejor acogida entre el público, de momento, entre las networks estadounidenses, y arranca con "Death with dignity", canción del disco que Sufjan Stevens dedicó a su madre y su padrastro, "Carrie & Lowell".

22 septiembre 2016

Las series cebolla


En Lo que yo te diga tienen la expresión "cine cebolla" para referirse a películas de las que tienes que ver con un paquete de Kleenex a mano. Son esos dramas que van directos al lagrimal, a buscar que los espectadores conecten de tal forma con lo que están viendo en pantalla, que una buena llorera sea la única manera de canalizar todas esas emociones. El fenómeno no es exclusivo del cine, claro, pero en televisión no es tan frecuente. Puede haber series que provoquen lágrimas en episodios determinados, o en momentos concretos (esas despedidas finales del último capítulo de "Battlestar Galactica"...), pero es menos común que su objetivo como serie sea hacer llorar, directamente.

Esta semana, NBC ha estrenado una de esas series cebolla, "This is us", un drama que, en teoría, refleja la vida cotidiana de varias personas diferentes, y como afrontan los problemas que se les van presentando. Su trailer rompió récords en Facebook, con más de 50 millones de visitas en menos de dos semanas, y su estreno congregó a más de 10 millones de espectadores, aprovechando el tirón de 'The Voice'. Y los comentarios que han aparecido en redes sociales desde el martes coinciden en, básicamente, lo mismo: es una serie de las de llorar. Si va a conseguir aguantar mucho basándose sólo en eso, o si va a lograr escapar de la fina línea que separa la manipulación emocional de la emoción ganada a pulso, todavía necesita varios episodios más para comprobarlo.

Pero es curioso que "This is us" sea una rara avis en las networks estadounidenses. "Parenthood" era otro drama que lograba arrancar lágrimas consistentemente a sus espectadores, y "Cinco hermanos" tuvo también sus momentos, pero esta última tenía también un lado un poco más cómico que se intentaba equilibrar con los instantes más dramáticos, sobre todo al principio. Porque lo habitual es que estos dramas familiares o de relaciones personales se escoren cada vez más hacia el sentimentalismo lacrimógeno con el correr de las temporadas. Si las series de policías se vuelven muy tremendistas, tirando de asesinos en serie, por ejemplo, para mantener el interés, estas otras acumulan enfermedades, muertes y desgracias varias para que los espectadores estén siempre en tensión, para que no desconecten de lo que está pasando en pantalla.

Parece que "This is us" arranca yendo con decisión a estrujar un poco el corazón de los televidentes, a arrancarles unas cuantas lágrimas ya antes de que acabe el primer capítulo, y eso ha convencido de momento al público. ¿Se batirán récords de ventas de pañuelos de papel?

20 septiembre 2016

Casi famosos: Emmy edition

La ceremonia de la 68ª edición de los premios Emmy dejó bastantes ganadores inesperados, y otros que se estrenaban en esos galardones y que merecían mucho las estatuillas. Como siempre es divertido recordar de dónde vienen esos vencedores, repasemos algunos de los primeros trabajos de los que se llevaron a casa algunos de los Emmy de este año.

Jeffrey Tambor está recogiendo ahora, gracias a "Transparent", los premios que reconocen toda una carrera haciendo, sobre todo, mucha televisión. Su patriarca Bluth de "Arrested Development" sólo era una parte de todo el bagaje que el actor ha ido acumulando desde finales de los 70, cuando empezó a alternar comedias como "Los Roper" o "Apartamento para tres" (a la que pertenece el fotograma de arriba), con proyectos más serios, tipo "Canción triste de Hill Street" o "La ley de Los Ángeles". Tambor ha hecho de todo, incluido mucho doblaje para animación infantil.

"Starved" fue una comedia de 2005, de FX, sobre varias personas que iban a un grupo de ayuda para pacientes de trastornos alimenticios. La chica de la izquierda es Laura Benanti, y el tipo con la boca abierta es Sterling K. Brown, gran revelación de "The people vs O.J. Simpson", que ha tenido una carrera de lo que los estadounidenses llaman working actor: actores que tiene trabajo constante, pero que no son famosos. Brown participó no sólo en esa comedia de muy corta vida, sino que pasó también por "Turno de guardia", "Sobrenatural" o "Person of interest" antes de recalar en "Army wives", que tal vez fuera su trabajo más conocido hasta ahora. Este otoño va a estar en "This is us", el drama familiar de NBC.

Entre las mayores sorpresas de la noche figuró el Emmy a mejor secundaria de comedia que se llevó Kate McKinnon, que había participado en webseries y en programas de sketches, como "The big gay sketch show", antes de entrar en 2012 en "Saturday Night Live". Ese mismo año hizo una pequeña película independiente, "My best day", que era su escaso bagaje en cine hasta que, gracias al trampolín de "SNL" ha empezado a participar no sólo en "Cazafantasmas" (de la que acabó siendo la revelación), sino que tiene próxima de estreno otra comedia con el sello del programa "De-mentes criminales", con Kristen Wiig y Owen Wilson.

Otro de los ganadores por "The people vs O.J. Simpson" fue Courtney B. Vance, veterano actor que tiene una página de IMDB tan larga, que resumir unos pocos proyectos es hasta complicado. El fotograma pertenece a uno de los primeros, "La caza del Octubre Rojo", y sólo en los últimos años, y en televisión, se le ha visto en "Asuntos de estado", con Katherine Heigl, "Masters of sex", "Revenge" o "FlashForward". Y fue uno de los actores que más tiempo estuvo en "Ley y orden: Acción criminal".

19 septiembre 2016

El juego de tronos de O.J. Simpson


Que los académicos de los Emmy hayan pasado a votar sólo por el candidato que quieren que gane, en lugar de ordenarlos por orden de preferencia, ha permitido que la gala de entrega de su 68ª edición haya estado dominada por las sorpresas. Sí, es verdad que en las tres categorías "gordas" de la noche, drama, comedia y mejor miniserie, ganaron las tres favoritas ("Juego de tronos", "Veep" y "The people vs O.J. Simpson"), y que la serie de antología de FX arrasó con todo lo que se le puso por delante (mucho más que "Juego de tronos", que se fue de vacío en los apartados actorales), pero fueron los ganadores inesperados los que terminaron sobresaliendo más.

Y eso que los Emmy de Sarah Paulson, Sterling K. Brown y Courtney B. Vance están más que merecidos, y aunque "Fargo" merecía igualmente haberse llevado algún reconocimiento, el incontestable triunfo de "American Crime Story" responde al hecho no sólo de que ha sido una de las series del año, sino de que ha sido, al mismo tiempo, una de las mejores series de este 2016. La victoria de Paulson, además, era un poco un acto de justicia que los Emmy le debían hace tiempo (se le escapó el premio por su trabajo de las gemelas de "American Horror Story: Freak Show"), y que ella transformó, a su vez, en uno de contricción por todas las humillaciones que sufrió la Marcia Clark real durante el juicio de O.J.

El dominio de "The people vs O.J. Simpson" representa otros dos aspectos muy notables de estos Emmy. Por un lado, la diversidad de sus ganadores y una mayor voluntad de premiar a caras nuevas que cuando "Mad Men" y "Breaking bad" acaparaban la categoría de drama (y "Modern family" la de comedia), y por otro, el ascenso, un poco a la chita callando, de FX. Hace unos días, HitFix dedicaba un reportaje a la buena marcha de la cadena bajo el mandato de John Landgraff y cómo había ido posicionándose como una de las cadenas más consistentes en la última década. Desde luego, la categoría de miniseries era totalmente suya, entre las nominaciones de "American Crime Story" y las de "Fargo", y con el premio a Louie Anderson por la comedia "Baskets" y las candidaturas de "The Americans", aunque no ganaran nada más que el ya tradicional premio a Margo Martindale, ha sido FX la cadena que más se ha aproximado al reinado de HBO. De hecho, es curioso que "Veep", por ejemplo, perdiera los Emmy de guión y dirección de comedia (que se fueron uno para "Master of none" y otro para "Transparent") y que ningún actor de "Juego de tronos" pudiera recoger una estatuilla.

Como decíamos, pese a esas victorias finales de las grandes favoritas, la gala dejó espacio para que hubiera sorpresas tan agradables como las estatuillas para Tatiana Maslany en actriz de drama y Kate McKinnon en secundaria de comedia, y para otras un poco más extrañas como premiar a Ben Mendelsohn por una segunda temporada de "Bloodline" en la que apenas aparece. El Emmy en actor de drama para Rami Malek era una sorpresa a medias, porque su trabajo en "Mr. Robot" era los suficientemente potente, y la serie lo suficientemente fenómeno, como para llevarse una categoría tirando a aburrida (Kevin Spacey y Liev Schreiber no van a ganar nunca, pero ahí siguen), pero su visión en el escenario no dejó de ser una nota diferente para la academia. Que dos títulos como "Orphan Black" y "Mr. Robot", escorados hacia el género (la ciencia ficción y el thriller), y de cadenas poco consideradas en los Emmy como BBC America y USA, encumbraran a sus dos protagonistas fue un signo de que, quizás, los tiempos sí están cambiando definitivamente en estos premios.

Y el año que viene, "Juego de tronos" no puede competir por el retraso del estreno de la séptima temporada para el verano. La cosa se presenta aún más interesante.

18 septiembre 2016

La comedia de los documentales


A nadie se le habría ocurrido que se podía hacer una serie de humor parodiando los documentales de más éxito de los últimos 40 años. Y no sólo parodiándolos, sino haciendo al mismo tiempo un homenaje cuidado hasta el más mínimo detalle, utilizando el mismo estilo visual y los mismos códigos que cada una de esas películas. Los documentales están viviendo un momento de gran popularidad (al menos, relativamente) en Hollywood, así que la idea no es tan descabellada. Eso pensaron Seth Meyers, Fred Armisen y Bill Hader, tres veteranos de "Saturday Night Live", después de hacer un sketch que parodiaba un documental de rockeros punk de los 70, y al comprobar el éxito que en HBO estaba teniendo "The Jinx". De ahí nació "Documentary Now!", una serie tan peculiar, que sólo podía emitirse en IFC, y que se compromete completamente con su premisa.

En teoría, "Documentary Now!" es un programa de una cadena tipo PBS que emite los documentales más aclamados y que presenta una actriz tan famosa como Helen Mirren (que es la parte más loca de todo esto, si esto es posible). Podríamos decir que es algo así como si Penélope Cruz presentara "Documentos TV" en La 2, y los documentales que se programaran fueran las parodias más ajustadas del género que veréis nunca. Porque lo principal de la serie es que esas películas se recrean hasta el punto de utilizar los mismos objetivos que en los títulos originales. El equipo de veteranos de "SNL" que hay detrás de ella se la toma mucho más en serio de lo que podría parecer a simple vista.

Porque el caso es que "Documentary Now!" es realmente divertida. Es absurda, a veces surrealista, y se disfruta más si se tiene, aunque sea, un conocimiento general de los documentales que está parodiando, pero puede verse igualmente si no es el caso. "The bunker", el episodio que ha arrancado la segunda temporada, satiriza los documentales centrados en campañas políticas, y aunque su base es un título muy concreto, "The war room", los chistes son lo sufifientemente amplios como para llegar a quienes no hayan visto el documental sobre la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992. El don de Bill Hader y Fred Armisen para transformarse n los tipos más peculiares imaginables vende casi todas las bromas. El resto suele hacerlo la absurda premisa sobre la que descansan sus parodias.

Utilicemos como ejemplo "Juan likes rice & chicken", el segundo episodio de la nueva temporada. Parodia "Jiro dreams of sushi", un aclamado documental de 2011 sobre un chef, muy perfeccionista, de un pequeño restaurante en el metro de Tokio con tres estrellas Michelín, y la relación con su hijo, que debe heredar el negocio. Para Meyers, Hader y Armisen, este punto de partida se convierte en el dueño de un minúsculo restaurante en las montañas de Colombia, a 137 km. de Bogotá, que sólo sirve café, plátano, arroz y pollo, y que mantiene una complicada relación con su hijo, que tendrá que asumir las riendas cuando su padre se retire. Si eso llega a pasar alguna vez. Puede ser todo muy absurdo, pero se nota tal compromiso en recrear el estilo del documental que se parodia-homenajea y tal cuidado en buscar una historia que contar, aparte de soltar las bromas, que acaba siendo muy destacable.

Por supuesto, "Documentary Now!" corre el riesgo de acabar siendo una broma privada, de que sólo los aficionados a los documentales le pillen el truco. La diversidad de temáticas y de estilos es realmente amplia, y la manera en la que se busca la mayor autenticidad posible en algo que no deja de ser un gran sketch es una de sus principales virtudes.

Música de la semana: Ha tardado, pero "The get down" ha terminado publicando su banda sonora, con las canciones que gente como Miguel, Nas o Janelle Monáe han escrito especialmente para la serie. Pero, probablemente, pocas de ellas han acabado teniendo la repercusión de "Telepathy", la incursión de Christina Aguilera en el disco, que suena en un momento importante del final de la temporada.

16 septiembre 2016

Las cuentas de Netflix


En los últimos seis años, Netflix ha estado en fase de expansión. Su catálogo tenía que tener más series, documentales y películas de producción propia, tenía que llegar a más países en el mundo, sus suscriptores no podían dejar de crecer año a año. En Estados Unidos, el rival a batir para ellos era HBO, y en el resto del mundo, simplemente querían estar en la mayor cantidad de territorios posibles, demostrar que son una marca con alcance realmente global. La entrada en la producción de series, en 2012, fue el momento en el que esta estrategia se vio fortalecida por una importante inyección de dinero. Para ganar millones de dólares hay que gastarse millones de dólares, así que Netflix no escatimó en gastos para hacerse con "House of cards", o para rodar "Marco Polo", o para aliarse con Marvel para extender los tentáculos superheroicos de la Casa de las Ideas (y de Disney).

En la última gira de la TCA, Ted Sarandos,  jefe de contenido de Netflix, aseguraba que la compañía iba a gastarse este año 6.000 millones de dólares en la producción de contenido original, y aunque en el segundo cuatrimestre no habían crecido las suscripciones al ritmo que les gustaría, no estaban preocupados. El empujón que estaban dando a sus programas infantiles y para toda la familia y a su división de cine les permitía ser optimistas. Además, en su esfuerzo por engordar cada vez más su catálogo, rara es la serie de Netflix que no dura, por lo menos, cinco temporadas. Le pasó a "Hemlock Grove" y a "Lillyhammer", canceladas en la tercera entrega, pero son excepciones.

Ayer, sin embargo, saltaba la noticia de que uno de los proyectos de perfil más alto de la plataforma, "Bloodline", iba a seguir ese camino y a terminar en la tercera temporada, que se verá el año que viene. La decisión sorprendía porque era un drama que había conseguido un par de nominaciones al Emmy, tenía un reparto de gran nivel y estaba creado por las mismas mentes detrás de "Damages", pero, aunque hay gente a la que le gusta mucho, en realidad nunca ha generado el mismo buzz que títulos como "Narcos", por ejemplo. Haced la prueba con vuestros amigos que ven series casi sólo en Netflix: mencionarán "House of cards", "Daredevil", la inevitable "Stranger things" y a lo mejor hasta nos sorprenden con "Madres forzosas", pero muy pocos dirán "Bloodline".

Netflix presume de las millonadas que se gasta en producciones propias, pero luego no sabemos la audiencia que tienen sus series entre sus suscriptores, por ejemplo, lo que ayudaría a saber si la cancelación del drama familiar de los Rayburn responde a razones creativas o empresariales. Vulture, por ejemplo, apuntaba que el modus operandi de Netflix a la hora de desarrollar sus series las encarecía enormemente, porque le compra al estudio los derechos de distribución internacional y todos los que se les ocurra para que el título sea de su propiedad. Así, un episodio de "Bloodline" podía irse, a lo mejor, a ocho millones de dólares de license fee, una cantidad bastante mayor de lo que se paga en las networks, por ejemplo. Para los estudios, hacer negocios con Netflix es estupendo porque pagan mucho y te garantizan que tu serie va a aguantar unos cuantos años, pero la compañía está empezando a mirar más dónde se gastan esos millones.

O esa es la lectura que se está sacando del final de "Bloodline", una lectura que no podrá comprobarse a no ser que Netflix repita esta jugada con alguna otra serie, tipo "Marco Polo". O "The get down".

15 septiembre 2016

Mi pesadilla con "American Horror Story"



"American Horror Story" puede ser una de las series de más éxito reciente, y una de las principales culpables de esa moda por las series de antología, de temporadas autoconclusivas, que estamos viviendo actualmente, pero nunca ha sido santo de mi devoción. O no demasiado. Vi en su momento el principio de la primera temporada, la mitad de la tercera y el principio de la cuarta, y nunca me he animado a ver la segunda, "Asylum", la que todo el mundo considera que es la mejor, en la que el pastiche de ideas, el exceso y las locuras encajan a la perfección (y la que dejó aquel estupendo bailecito con "The name game"). Los histrionismos de Ryan Murphy me acaban expulsando, y aunque realmente creo que "Coven" era un divertimento que tenía su aquél, la saga no acaba de ser para mí.

Sin embargo, hay que reconocer que, cuando todas sus piezas funcionan, sus arranques suelen enganchar, y eso es lo que ha sucedido con "My Roanoke nightmare", que es finalmente el tema de esta sexta temporada que ha estado sumida en el misterio, y en las promos que jugaban al despiste, durante todo el verano. En un principio, no parece que vaya a inventar la pólvora en el género, pero el primer episodio se nota más centrado, y aporta una diferencia narrativa con el resto de las temporadas que puede ser interesante, sobre todo, porque va a dar oportunidad a que se luzca una de las mejores partes que tiene la serie, que son sus actores.

Si un episodio constara sólo de Sarah Paulson y Angela Bassett discutiendo, ya sería interesante, y si Lily Rabe y Andre Holland se pasaran una hora entera contando sus vidas, no perderían nuestra atención ni por un instante. Lo más curioso de los proyectos de Ryan Murphy es cómo ha montado una troupe a su alrededor, un grupo de actores que saltan con él de serie en serie, y que repiten en cualquier cosa que les ofrezca casi sin leer antes el guión. Despropósitos como "Freak Show", o idas de olla más o menos simpáticas como "Coven", podían salvarse por los profesionales que había delante de las cámaras, a los que casi siempre saben cómo sacarles provecho.

Todo esto no descarta que, cuando hagan parón navideño, no me baje del carro de "American Horror Story", pero mi historia de desencuentros con la serie puede corregirse en esta temporada. Sobre todo, me intriga ver cómo irá evolucionando ese truco narrativo, y si va a tirar más del folklore estadounidense o de sus habituales referencias cinematográficas.

13 septiembre 2016

La vida de Tig


Tig Notaro tuvo un 2012 realmente terrible. En apenas cuatro meses, sufrió un serio problema digestivo, murió su madre, lo dejó con su novia y, de remate, se le diagnosticó cáncer de mama y se le practicó una doble mastectomía. Tig canalizó todo eso a través de un monólogo cómico en el club Largo, en Los Ángeles, que fue calificado de clásico instantáneo por quienes tuvieron la suerte de verlo, y su experiencia motivó el documental "Tig", que más que repasar todas esas tragedias seguidas, muestra cómo Notaro termina saliendo a flote gracias a su sentido del humor. Es un documental que deja un no-sé-qué especial al espectador; Tig ha desnudado su vida y su lado más vulnerable, y ha dejado también, de paso el principio de una tierna historia de amor y varios momentos muy divertidos.

Ahora, repite la jugada con "One Mississippi", una comedia para Amazon que ficcionaliza justo la muerte de su madre, y cómo ese hecho la obliga a afrontar determinados aspectos de su relación con su familia (y con su padrastro, sobre todo) y de su propia vida. En The Guardian decían que era una "comedia realmente miserable", en el sentido de que gira sobre esa concatenación de tragedias que Notaro sufrió en 2012, y apuntaban que encajaba perfectamente en el peculiar estilo de comedias que la plataforma está produciendo, y que lidera "Transparent". Son series de aire indie y con un toque muy personal por parte de sus creadores, y hasta las que se salen de ese molde, como "Mozart in the jungle", siguen sin ser comedias al uso.

Casi son más como aquellas dramedias de Showtime alrededor de personajes femeninos en constantes problemas, y no se parecen, en general, a las que Netflix está produciendo por su parte, que intentan abarcar todos los gustos posibles entre sus clientes. La sensibilidad más que cómica, personal, de Tig Notaro es la principal fuerza impulsora de "One Mississippi", y eso se nota desde el primer episodio. Puede ser un visionado un poco difícil si estamos atravesando una mala racha, pero también apunta a ser una de las series que acaben incluidas en todas las listas de lo mejor del año.

Además, también encaja perfectamente con esa tendencia, cada vez más acusada, de que los cómicos creen series muy personales para ellos, que cuenten algún aspecto de su vida. La sombra de "Louie" es alargada y se nota esta temporada, sobre todo, en "Better things", que él ha co-creado con Pamela Adlon.

12 septiembre 2016

El reality show con menos complejos de la tele


La entrega de los Creative Arts Emmy es el aperitivo de la gala principal de estos premios, que se celebra el domingo, y suele dejar algún que otro momento inesperado al anunciar a sus ganadores. Este año, ese momento fue el Emmy a mejor presentador de reality que se llevó, en su primera nominación, RuPaul Charles, conductor y creador de "RuPaul's Drag Race", el talent show con menos complejos, más divertido y, al mismo tiempo, con algo que contar de la televisión estadounidense. Si queréis comprobarlo, Netflix España ha añadido unas cuantas temporadas a su catálogo, y para echarles un vistazo sólo tenéis que saber unas pocas cosas.

"RuPaul's Drag Race" tiene una mecánica similar, por ejemplo, a "Project Runway" o cualquier otro reality show competitivo donde los concursantes tienen que demostrar su talento para una determinada disciplina. Aquí, son varias drag queens que tienen que cumplir un desafío todas las semanas, diseñando y preparando sus propios trajes, que luego muestran a los jueces en una pasarela final. En cada programa hay tres participantes que son nominados, y dos de ellos deben luchar por seguir una semana más enzarzándose en una batalla de playback. O, como dice RuPaul, tienen que "lipsync for your life", que es una de sus frases recurrentes más populares. Las otras dos llegan en el momento en el que hay que enviar a casa al concursante que ha perdido el reto ("sashay away") o darle otra oportunidad al otro participante ("shantay, you stay"), y todo esto, siempre con todo el sentido del humor posible.

La personalidad de RuPaul es importante en el programa, pero no es lo que al final le ha permitido aguantar ocho temporadas, hasta el momento, en Logo. Su fama, labrada desde los 90 con canciones como "Supermodel" o aquel dueto con Elton John que actualizaba "Don't go breaking my heart", da repercusión al reality, pero son los participantes (las reinas) los que tienen que conseguir que merezca la pena seguirlo. Ahí, "RuPaul's Drag Race" no se corta en mostrar las difíciles historias que tienen algunos de ellos, historias que pueden ser aspiracionales para el público, más allá del mero entretenimiento, pero no se olvida de que esto no deja de ser un concurso. Cuanto mayor sea el ego de cada reina, más posibilidades de que haya drama, conflicto y que, como "UnReal" nos ha enseñado, puedan crearse unas narrativas que ayuden al enganche del espectador.

Pero si hay algo que distingue a este programa de otros es su falta de complejos y su humor. A veces, éste puede ser un poco cruel (los comentarios de los jueces durante el desfile en la pasarela se escuchan por parte del público), o puede derivarse de pruebas bastante absurdas a las que se somete a los concursantes, pero nunca intenta tomarse a sí mismo demasiado en serio. No trivializa las historias personales más complicadas, pero tampoco las pone en un pedestal. Si puede garantizar un momento divertido y fabuloso, lo intentará, lo que es siempre el camino más rápido para acabar concienzando a la gente.

11 septiembre 2016

La ciudad de los secretos

Disidentes chinos, puñaladas por la espalda en el gobierno australiano y una periodista política que se encuentra, de repente, con lo que parece una historia sensacional. Esos son los ingredientes de "Secret City", miniserie australiana que se ha emitido este verano y que ha sido uno de los proyectos que más han llamado la atención de estos meses. Es un thriller político que no es la respuesta de las antípodas a "House of cards", sino que apuesta decididamente por el misterio y por las conspiraciones al más alto nivel. Toda esa madeja tiene que desenredarla la periodista Harriet Dunkley, que ha tenido algún que otro encontronazo, con juicios y todo, con el ministro de Defensa, que se convierte en el centro de todas las maniobras.

Basada en unos libros de Chris Uhlmann y Steve Lewis, lo mejor de "Secret City" es cómo maneja la tensión y, especialmente, cómo integra una conspiración que puede parecer muy loca con los tejemanejes internos más habituales entre los miembros de un gobierno que quieren arañar una parcelita más de poder personal. La guerra fría entre el ministro de Defensa, un tipo corrupto y resolutivo, lleno de contradicciones, y la calculadora fiscal general, cuya verdadera cara se va revelando poco a poco, es de lo más interesante de la miniserie. El contraste entre los grandes ventanales de la sede del gobierno y las maniobras secretas para fastidiarse unos a otros resulta efectivo, y remite inevitablemente a la atmósfera de las series policiacas escandinavas (o Scandi-noir, como lo han bautizado los anglos).

También es una clásica historia de conspiraciones gubernamentales que podría remontarse hasta el cine de los 70, con una única persona empeñada en sacar a la luz los trapos más sucios imaginables (y son realmente sucios). Lo interesante es que Harriet Dunkley tampoco es una heroína tan libre de culpa. Es de las que vendería a su abuela por una historia, como la acusan en un momento, pero en cuanto el asunto empieza a volverse muy personal para ella, se convierte en un perro de presa, y uno que reconoce que no le importan los daños colaterales; está dispuesta a todo con tal de exponer esa conspiración.

Casi es mejor no ser demasiado específicos porque la gracia de "Secret City" es ir descubriendo poco a poco las relaciones entre todos los personajes (sobre todo, entre Harriet y una analista de inteligencia llamada Kim Gordon) y unir las piezas del puzzle de relaciones internacionales entre Australia, Estados Unidos y China que proporciona el fondo sobre el que se desarrolla la historia. Son seis episodios que enganchan, que nos dejan ver una ciudad poco habitual en los dramas como Canberra, y que nos traen de vuelta a algunos actores muy conocidos por su participación en series en Estados Unidos, como Anna Torv, Alan Dale, Jacki Weaver o Damon "Dewey Crowe" Herriman.

Música de la semana: El capítulo de esta semana de "Steven Universe", "Last one out of Beach City", tenía a Steven, Pearl y Amethyst yendo a un concierto de rock de un músico conocido, Mike Krol, cuyo rock garagero encaja perfectamente con la fase "rebelde" de Pearl. La canción que suena al final del episodio es "Fifteen minutes".

09 septiembre 2016

Las comedias se renuevan


Allá por mediados de la década pasada, era bastante habitual leer artículos que afirmaban que la comedia estadounidense estaba en decadencia. La cosecha de dramas de 2004 estaba acaparando toda la atención con sus mezclas de géneros, su apuesta por la serialización (en cadenas en abierto) y sus repartos corales y diversos, y las comedias no parecían saber cómo salir de las convenciones más tradicionales de las sitcom. Había destellos de intentos por diferenciarse ("Cómo conocí a vuestra madre" arrancó justo de esa manera), pero el género perdía rutinariamente la partida, en audiencias y ante la crítica, frente a los novedosos dramas que se estrenaban entonces.

Con el cambio de década, la situación empezó a variar. Los dramas de las networks perdieron fuelle y, aunque el cable emitía series de gran calidad, si alguien quería buscar originalidad e historias que se salieran de la norma, tenía que irse a las comedias. Los finales de las series de NBC de los jueves (sobre todo, "30 Rock") apuntaban a una época poco boyante para las sitcom en abierto, pero el cable estaba retomando el testigo con fuerzas renovadas. Entre FX y Comedy Central se han encargado de estrenar títulos de aire más independiente, y Amazon y Netflix han ido tomando después el relevo.

FX, principalmente (y su hermana FXX), es la que se está animando con series más de corte personal para sus creadores, o que prueban conceptos que parece complicado que otra cadena se atreviera a tocar, como "Man seeking woman". La sombra de "Louie" es alargada, en este caso, y FX está confiando en comedias "de autor", en series muy definidas por sus creadores y, al mismo tiempo, protagonistas. Dos de sus últimos estrenos, "Atlanta" y "Better things", entran en esa línea. Sus respectivos responsables (Donald Glover y Pamela Adlon) son también sus protagonistas, y son sus sensibilidades y sus inquietudes las que mueven los episodios.

Cuando CBS anunció su parrilla de nuevas comedias para la temporada de otoño, a muchos críticos se les cayó el alma a los pies. Eran todas sitcom muy tradicionales, tanto en forma como en fondo, y no pocas de ellas tenían como protagonistas a hombres blancos de mediana edad que no saben cómo quedarse en casa ("Man with a plan" y "Kevin can wait"). Parecían haberse quedado ancladas a mediados de los 90. A este paso, las networks perderán también el reducto que les quedaba en los Emmy para sacar más nominaciones que el cable.

07 septiembre 2016

Los 11 momentos del verano

Cuando terminó el curso seriéfilo 2015/16, hicimos un repaso de 13 momentos  que, por el motivo que fueran, habían resultado memorables ("in my opinion, your Honour"). Ahora que ya hemos entrado definitivamente en septiembre y que la temporada estival puede darse por acabada, puede ser una buena excusa para hacer algo parecido con los instantes televisivos, y seriéfilos, que han destacado en estos meses, desde junio hasta ahora. ¿Os animáis con los vuestros?



- Los "previously" cantados de "BrainDead". Su responsable es el cantante que inspiró aquella trama del plagio de "Thicky Trick" de "The good wife".



- La concepción, y grabación, de "Set me free" en "The get down", en la que lo mejor era la energía de sus números musicales, especialmente la batalla de rap del último capítulo.

- El enfrentamiento en la cantera entre Eleven y los dos matones de instituto que martirizan a Mike y los demás, en "Stranger things".

- Poussey en "Orange is the new black". Es mejor no decir nada más.


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- Los intentos de la Androide por ser arrestada, y su pelea en el bar de una estación espacial, en "Dark Matter".

- "Go to hell, Eugene". Es el momento definitivo para Jesse en "Preacher".

- Los zombies cayéndose por los balcones de ese hotel en México en "Fear the Walking Dead".



- La canción de Pearl en el episodio musical de "Steven Universe", que es una balada de desamor muy de musical clásico.

- Vanessa Ives en la celda acolchada en "Penny Dreadful".

- El Momento, así con mayúscula, de Cersei en "Juego de tronos".

- Y dos instantes televisivos que no son seriéfilos, sino deportivos, y los dos del baloncesto en los Juegos Olímpicos de Río. Uno es la mano de Víctor Claver que da el bronce para la selección masculina española, y el otro es la canasta sobre la bocina de Anna Cruz que acabó valiendo, al final, una medalla de plata para la femenina.

06 septiembre 2016

Un concurso de popularidad


La cercanía de la entrega de los premios Emmy ya puede sentirse sobrevolando el ambiente seriéfilo. Empiezan a aparecer entradas que analizan cada categoría de los galardones, preparando el terreno para esa ceremonia del día 18. Los comentarios que aparecieron cuando se conocieron las nominaciones se repiten ahora, intentando discernir hasta qué punto siguen teniendo importancia los capítulos enviados por los candidatos cuando el sistema de votación ha pasado a ser mucho más popular entre la academia, y sólo requiere que sus miembros voten al nominado que más les gusta, a su favorito, a quien creen que debe ganar, o como quieran elegir a los ganadores finales. Esta nueva modalidad de voto parece favorecer, a priori, a "Juego de tronos", de nuevo, pero luego nunca se sabe quién puede ser el "niño bonito" de los Emmy en determinadas categorías.

No obstante, lo interesante de esa modificación en las votaciones es que ha vuelto a traer a colación esa expresión con la que suele hacerse de menos no sólo a los Emmy, sino a los Oscar y a cualquier otro premio cuyos vencedores nos parezcan "menores": no es más que un concurso de popularidad. Cuando "Mad Men" ganaba estatuillas a manos llenas también era un concurso de popularidad, pero este comentario sólo aflora cuando quienes se llevan el Emmy son "Homeland", Jim Parsons o, mismamente, "Juego de tronos", a la que llevarse finalmente el premio a mejor drama el año pasado la ha hecho perder varios puestos en la escala de la respetabilidad ante los ojos de algunos aficionados.

Es muy cierto que algunos ganadores de Emmy son muy difíciles de comprender y de asumir. ¿James Spader por encima de James Gandolfini en la última temporada de "Los Soprano"? ¿Jon Cryer lo merecía más en 2012 que Larry David o Louis CK? ¿Realmente "The Wire" era merecedora del olvido sistemático que recibió de estos premios durante toda su emisión? Podemos reaccionar de manera más o menos de fan fatal, pero para analizar cualquier galardón de una manera medianamente seria, hay que dejar esos sentimientos de lado y hacerlo sabiendo cómo funcionan. En los Emmy gustan mucho determinadas cosas (que las comedias sean comedias de verdad y hagan reír, que los dramas tengan cierto factor cool, de estar hablando de temas importantes), y si incluyen entre sus nominaciones a series que han sido de las más comentadas del año, de las que más se han visto en la industria, lo más habitual es que vayan a ganar.

El último podcast de la temporada de Lo que yo te diga se dedica, precisamente, a analizar lo que pueden dar de sí los próximos Emmy del día 18. Aventurar quiénes son los favoritos no es fácil, y se acaba haciendo más por el runrún que hacen en los medios, por las menciones que reciben cuando se entrevista a otros actores, directores, guionistas o productores, por su capacidad para mantenerse en la conversación, en el zeitegeist, durante los largos meses de la temporada, y por lo que webs como Gold Derby y similares puedan predecir. Esa es la parte del concurso de popularidad, el hecho de que gente que no tiene tiempo habitualmente para ver la tele haya visto las series en cuestión, que les suenen los nombres de sus actores, que amigos suyos les hayan hablado de ellas. Por supuesto que los Emmy son un concurso de popularidad. ¿Cómo vas a votar por "The Americans" si ni siquiera te suena su nombre de nada?

05 septiembre 2016

Algo pasa con Chris


ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto el episodio de esta semana de "Fear the Walking Dead", "Do not disturb", alejaos de esta entrada como si estuviera infectada.

Chris ha sido, desde el principio, uno de los personajes más frustrantes de "Fear the Walking Dead".  Empieza la serie con una relación distante de su padre, divorciado de su madre, y cuando el inicio del apocalipsis zombie fuerza que se vaya a vivir con la nueva familia de su progenitor, la situación no es sencilla. Chris se siente fuera de lugar, cree que no tiene un sitio en ese grupo, y la muerte de su madre todavía acrecienta más esa sensación de desubicación. Es incapaz de entender realmente lo que está pasando y se mantiene anclado en esa actitud, tan adolescente, de creer que es el resto del mundo el que no lo entiende a él y de que estaría mejor si estuviera solo. Ya vimos que esa actitud pone al grupo en peligro, pero Chris no consigue dejar de pensar sólo en sí mismo. Sigue creyendo que es el gran incomprendido.

Sobre el papel, es un dibujo de personaje que puede ser irritante, pero que se mantiene fiel a lo que sería un adolescente de padres divorciados, con una vida bastante privilegiada (aunque él no se dé cuenta), lanzado de repente a una situación tan extrema como es un apocalipsis zombie. El problema es que, en pantalla, Chris no consigue escapar de ese cliché ni de la trampa de los jóvenes insoportables en la que caen no pocas series de género (el hijo de Elizabeth Mitchell en el remake de "V" debe ser el ejemplo reciente más claro). Y la cosa no mejora cuando, de improviso, empieza a desarrollar ciertas tendencias que bordean la sociopatía. El egocentrismo y la falta de empatía que desplegaba al principio de la serie se transforman en un gusto por matar que el décimo episodio de la segunda temporada, "Do not disturb", deja ya definitivamente claro. El encontronazo con ese granjero en México es, parece, lo que Travis necesitaba para quitarse por fin la venda de los ojos en lo que respecta a su hijo.

¿Qué está pasando con Chris? Nick cambia el subidón que le daban las drogas por el que recibe cuando consigue moverse entre los muertos vivientes sin que éstos le hagan nada, mientras Alicia parece asumir una nueva responsabilidad para garantizar la supervivencia de su grupo. Chris, por su parte, se integra felizmente en ese trío de estadounidenses que se comportan como si fueran los dueños de la tierra, que matan y roban sin pensar, que se toman el fin del mundo conocido como una extensión de sus juergas por Tijuana. Sus coqueteos con la idea de hacer daño a Madison y a Alicia cristalizan en el disparo al granjero, y no da la sensación de que vaya a sufrir ningún cargo de conciencia por ello. Se ha autoconvencido de que es lo que tiene que hacer para sobrevivir, pero también parece que lo hace siguiendo el mismo sentimiento victimista de que nadie lo comprende del principio.

Y Travis no ayuda a que el retrato de Chris pueda ser, en algún momento, menos irritante y un poco más interesante. Es su padre y, por tanto, se empeña en recuperar su relación con él, en tratar de evitar que se deje llevar por su lado oscuro, pero se ha mantenido tanto tiempo tan ciego a las señales que Madison y Alicia sí habían detectado, que lo único que los espectadores pueden pensar al final del capítulo es que Travis debería dejar a su hijo con sus nuevos tres amigos y buscarse la vida por su cuenta. O intentar encontrar el camino de vuelta hacia el resto de su familia. Porque lo curioso es que las subtramas de Nick y el grupo de Madison se han vuelto más interesantes. El primero se da cuenta que sabe mucho menos de lo que pensaba al encontrarse con ese pueblo de "adoradores" de la muerte, mientras los segundos se van a ver obligados a trabajar en equipo y a experimentar lo que realmente implica el mundo post apocalíptico en el que se mueven. Para Chris, ese momento de claridad no ha llegado todavía.

Música de la semana: El capítulo de "Fear the Walking Dead" arranca con una boda y una curiosísima versión, a cargo de Iggy Pop, de "Les feuilles mortes", un gran clásico de la canción francesa que ha sido interpretado por todos los grandes de ese país, de Yves Montand a Edith Piaf, y que dio el salto al inglés como un estándar perfecto tanto para Barbra Streisand como para titanes del jazz como Miles Davis.