28 noviembre 2014

La crisis eterna de las comedias


“The Big Bang Theory” y “Modern family” son dos de las series con mejores audiencias de la actualidad, y las dos son comedias, pero su éxito no puede ocultar que, otra vez, el género está protagonizando nuevas versiones de aquellos artículos que preconizaban su muerte cuando “Friends” terminó. La alta mortalidad de las comedias de estreno en las networks los ha desenterrado, con artículos que intentan dilucidar qué ha fallado esta temporada ahí y que intentan adelantarse a lo que el futuro puede conllevar para estas series. Hasta que “Red Band Society” cayó víctima de sus bajas audiencias hace unos días, las primeras cancelaciones de las cadenas en abierto habían sido, mayoritariamente, comedias como “Selfie”, “A to Z”, “Manhattan Love Story” o “Mulaney”, y hasta la primera serie veterana que caía este año era una sitcom, “The Millers”. Desde que terminaron las grandes series cómicas de los 90, las historias sobre la muerte del género no paran de ocupar multitud de entradas en las webs estadounidenses, pero averiguar cuál es el problema no es tan sencillo.

Además, es un problema que está afectando, principalmente, a las networks. HBO lleva desde el estreno de “Girls” apostando por comedias de corte muy indie y con una voz autoral muy marcada, y USA decidió en verano probar suerte de nuevo con el género. FX continúa estrenando nuevas comedias y, aunque no todas sobreviven, da la sensación de que la situación en el cable no es tan dramática. No son canales que destacaran en las sitcoms, por lo que no se juzga tan de cerca sus resultados en ellas. Sin embargo, el género fue uno de los principales pilares de las networks en los 50, junto con los concursos, así que ver que ninguna consigue sacar éxitos de verdad con cierta asiduidad lleva a que surjan esas preguntas. Algunos críticos creen que, en lo que respecta a la comedia, las cadenas no tienen demasiado claro lo que quieren. En los dramas pueden tener unas líneas más claras de lo que entre en su “marca” y lo que no, pero en las comedias parecen estar experimentando para ver qué funciona.

El intento de NBC de abandonar sus sitcoms más urbanas (y con audiencia de nicho para todo lo que no fuera “The Office”) y pasarse a otras que ampliaran su público fue un completo fracaso, hasta el punto de que acaban pasando casos como el de “Unbreakable Kimmy Schmidt”, que se cayó de la parrilla de NBC para midseason y fue vendida a Netflix porque no encajaba la orientación más dramática de la programación para esas fechas. Robert Greenblatt llegó a reconocer que, aunque NBC siguiera apostando por comedias y produciéndolas, eso no quería decir que fuera a emitirlas, sino que podía vendérselas a plataformas de streaming o a canales de cable (o a otras networks). Semejante afirmación de una cadena cuya noche de los jueves era sinónimo de comedias bastante populares puso, para no pocos críticos, el último clavo en el ataúd de las comedias en abierto.

Esto no quiere decir que el panorama sea un desierto. ABC y CBS están teniendo números bastante decentes de otras comedias que no son ni “Modern family” ni “The Big Bang Theory”, pero les cuesta Dios y ayuda lanzar series que puedan sucederlas como grandes éxitos. Esa mudanza del género de la comedia romántica a televisión ha terminado siendo un fracaso, y lo que ha unido a unas cuantas de esas cancelaciones es que estas comedias no consiguen entrar en la conversación cultural del momento. Mientras un drama, y hasta un podcast, parece convertirse enseguida en  el tema de conversación favorito en redes sociales, a las comedias les cuesta más. ¿Puede estar ahí parte del problema?

26 noviembre 2014

Toda una vida

Doce años para rodar una película. Richard Linklater ha superado con “Boyhood” todos los récords de lentitud establecidos por Terrence Malick y Warren Beatty (que llevaba cuatro décadas gestando el biopic de Howard Hughes que terminó finalmente este año), pero también hay que señalar que Linklater tenía una idea mucho más clara de por qué necesitaba doce años para producir el filme. El director estableció con la trilogía de “Antes del amanecer” un modo de rodar muy colaborativo entre él y sus actores (en aquel caso, Ethan Hawke y Julie Delpy), en el que los tres iban escribiendo el guión sobre la marcha, según se enfrentaban a las diferentes escenas. Linklater sabía cómo quería empezar la historia, cómo terminarla y qué cosas importantes tenían que pasar en medio, pero el camino para llegar a esos puntos podía variar, y ese esquema se ha trasladado a “Boyhood”, cuyo argumento ya marcaba el modo en el que debía rodarse.

Lo que la película nos muestra es la infancia, adolescencia y primeros pasos hacia la edad adulta de Mason, un chaval normal y corriente de Texas que vive con su hermana mayor y su madre, divorciada de su padre, y al que seguimos desde que tiene siete años hasta que se va a la universidad. El original método de rodaje, por el que el equipo y los actores se encontraba todos los años, y grababa durante tres o cuatro días para dejarlo hasta el año siguiente, permite que veamos crecer a Mason ante nuestros ojos. Va pasando de ser un niño corriente, a un adolescente que empieza a salir con chicas y a beber, y asistimos a diferentes momentos de su vida. Aunque algunos son realmente decisivos (su madre no tiene demasiada suerte con los hombres, por ejemplo), ninguno se presenta de un modo melodramático, o con música épica. Es una etapa más de su vida, y nada más.

“Boyhood” despertó grandes elogios en el festival de Sundance y la bola de nieve a su alrededor se hizo enorme tras su paso por Berlín y su estreno comercial en verano. En Estados Unidos, fue una de las cintas que mejor funcionó en taquilla en esas fechas (teniendo en cuenta su presupuesto y el número de cines en los que estaba), convirtiéndose en una pequeña revelación de una época en la que los majors no tuvieron, en general, demasiada suerte, obviando “Guardianes de la galaxia”, y era inevitable que no entrara en las conversaciones para esa temporada de premios que puede decirse que ha caído ya sobre nosotros (ya se saben las nominaciones de los Independent Spirit, por ejemplo). Sus opciones para los Oscar no parecen demasiado elevadas porque es una película muy indie, pequeña, muy naturalista, consistente en ver crecer a un chico y poco más, sin los momentos épicos, como si dijéramos, que ayudan a colocar mejor estas películas en la carrera.

Pero el hype crítico no debería alejarnos de “Boyhood”, porque la verdad es que merece la pena. Son casi tres horas de filme que no se hacen aburridas, en las que seguir a Mason es interesante y entretenido incluso aunque no haga nada especialmente destacable. Ethan Hawke está muy bien como ese padre enrollado que va perdiendo el mojo conforme se hace mayor, y Patricia Arquette está sensacional como la madre, una mujer que comete errores (unos cuantos) en su intento no sólo por mejorar su vida, sino por dejar a sus hijos lo mejor preparados posibles para la vida adulta, y desarrolla una gran dinámica con Ellar Coltrane, el descubrimiento de la cinta, que mantiene siempre el retrato natural y empático de Mason.

25 noviembre 2014

La caída de Cary Agos

ALERTA SPOILERS:  Sólo por si acaso, creo que es de recibo avisar de que puede que se desvele el cliffhanger con el que "The Good Wife" ha cerrado su temporada otoñal.

La sexta temporada de “The Good Wife” se ha ido de vacaciones hasta principios de enero, aprovechando el cierre de la trama centrada en Cary Agos para ello, pero una de las cosas que más ha destacado del capítulo no es tanto el giro que toma esa trama, como el modo en el que está contado ese giro. Es significativo que la serie esté jugando más con los puntos de vista en esta temporada que en todas las anteriores. Hemos visto, por ejemplo, algo más de cómo es Lana Delaney separada de Kalinda, y se ha hecho más habitual que nos cuenten algo más de los clientes o de los jueces antes de que los protagonistas principales entren en acción. En este “The trial”, y como bien apuntan en The AV Club, ese cambio de los puntos de vista desde los que vemos el juicio de Cary enfatizan el hecho de que el resultado de dicho juicio está totalmente fuera de su control.

Las situaciones circunstanciales del juez, del jurado con problemas de oído y de la fiscal Geneva Pine (de la que nos cuentan media temporada de historia en apenas dos secuencias y dos primeros planos en los que prácticamente se habla de otras cosas diferentes) influyen tanto como el hecho de que la defensa de Cary no sea lo suficientemente sólida como para evitar que vaya a la cárcel. La lenta implosión del personaje de Matt Czuchry desde el principio de la temporada se completa con su aceptación del acuerdo con la fiscalía; Cary nunca ha terminado de tomarse demasiado en serio los cargos que pesaban contra él, ni siquiera después de haber estado dos semanas en prisión. El sentimiento de autosuficiencia, de que tiene derecho a la posición privilegiada en la que se encuentra, ese entitlement del que acusan a Alicia durante su campaña, está detrás de todas las veces que su agente de la condicional le reprocha que crea que todo es un juego. Cary es abogado de éxito, blanco, de buena familia y con un sueldo anual de casi seis cifras, y piensa que no va a seguir el mismo camino que cualquier lugarteniente de Lemond Bishop, lo que es su gran error.

Le pasa lo mismo que le ocurre en su relación con Kalinda; cree que es especial, que es el único para ella, pero no es así. Su agente de la condicional ha sido otro de los ejemplos del cambiante punto de vista a lo largo de esta primera mitad de la temporada de “The Good Wife”. Sus entrevistas con el propio Agos, con Diane, con Alicia y con Kalinda se presentan desde sus ojos, después de que la hayamos visto seguir el mismo procedimiento con otros de sus “clientes”. Permite que observemos a personajes a los que conocemos muy bien con la mirada de un extraño, de alguien que se los encuentra por primera vez y que puede llevarse la impresión de que son arrogantes, de que no se toman en serio un proceso que creen que está por debajo de ellos. El juego sobre la imagen que proyectamos hacia los demás se ha acentuado con Alicia como candidata a fiscal del distrito, y el cinismo de la serie hacia el backstage de la política ha ganado todavía más protagonismo.

Nunca ha sido un título que presente una versión idealizada y romántica de cómo trabajan los abogados o cómo se manejan campañas políticas. Los parecidos a “Damages” que se notaban en la pelea por el control de Lockhart & Gardner en la segunda temporada no eran casuales, y lo que “The Good Wife” ha hecho es profundizar más en eso, exponer más las sombras en la personalidad de sus protagonistas. Por supuesto, es en Alicia en quien se está notando más esta táctica. Enfrentada al juego de espejos de la política, sus principios se ven todavía más comprometidos y se da cuenta que sólo es cierta una parte de aquel refrán de “la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo”. Además, a través de ella, que es atea, pero no intolerante, se continúa explorando la importancia de la religión en los políticos estadounidenses, un tema que tocaban hace unos días en The Daily Beast.

24 noviembre 2014

El mal rollo de "The Fall"

The Fall” es una serie muy perturbadora. Lo es en los cinco episodios de la primera temporada, en los que seguimos de forma paralela a un asesino en serie y a la detective que lidera su caza, y no ha hecho más que volverse todavía más malsana en los dos capítulos emitidos hasta ahora de la segunda. Paul Spector y Stella Gibson se presentaban desde el principio como dos personas que controlaban perfectamente la imagen que proyectaban de sí mismas, que controlaban sus emociones y sólo se entregaban a sus pulsiones más oscuras, en el caso de Spector, en privado. Asistir a cómo pasa las noches Stella al mismo tiempo que vemos a Spector seguir, acosar y matar en sus propias casas a sus víctimas le daba a “The Fall” una interesante capa de exploración psicológica de ambos personajes y, como decimos, un toque sumamente perturbador. Allan Cubbitt, su creador, está explorando también las convenciones actuales sobre violencia hacia las mujeres, actitudes sexistas en el entorno laboral, fantasías sexuales y las parcelas de nuestra vida privada que compartimos a través de Internet, y todo eso da para una serie que puede analizarse desde muchas ópticas diferentes.

Katie, por ejemplo, es uno de los personajes más complicados de comentar. Como apuntamos en la entrega de esta semana de Yo disparé a JR, la mezcla de fantasía adolescente, sospechas de que Paul oculta algo oscuro y las acciones que ambos terminan realizando dan para algunas de las escenas más perturbadoras de la televisión durante este año (en concreto, una en un hotel en el segundo episodio, y que en el recap de The Guardian intentan analizar). ¿A qué está jugando Katie? ¿No es más que una joven demasiado atraída por ese hombre mayor con un lado misterioso, un poco como si estuviera en su propia versión de “50 sombras de Grey” (lo que es realmente particular teniendo en cuenta que Jaime Dornan será el Christian Grey del cine)? ¿Está ahí sólo para que veamos que Spector tiene principios, que delimita una línea roja en niñas y adolescentes? ¿Jugará algún papel Katie en la caída de Paul?

Asesino y detective están perdiendo el control y empiezan a verse a la deriva de la evolución de los hechos. Gibson empieza a sufrir la presión a la que está sometida, con el jefe de la policía de Belfast avisándola de que se queda sin tiempo, y sin dinero, para continuar con la investigación y que, a lo mejor, está demasiado metida en ella para ver las cosas con claridad. Comienza también a explorarse el sentimiento de culpa que sienten las víctimas de Paul y el de la propia Stella ante las consecuencias de sus errores, y todo esto pasa al mismo tiempo que el cierre de la serie empieza a construirse. El juego del gato y el ratón entre Spector y Gibson está lanzándose, ahora sí, sin posibilidad de que ya pueda ser detenido, y la cuestión será ver a quiénes arrastran ambos en su caída. Además, tenemos algunas sutiles pistas de que el pasado de Stella la sitúa en una buena posición para comprender a las víctimas de Paul, aunque es posible que no averigüemos más que lo que podamos inferir de esas insinuaciones.

23 noviembre 2014

Sinsajus interruptus

Los lectores de la trilogía de "Los juegos del hambre" sabían que adaptar el tercer libro, "Sinsajo", a la pantalla iba a ser una tarea complicada. Como comentamos hace unos días, es una entrega en la que el punto de vista de Katniss limita bastante la acción que podemos ver; ella se siente traumatizada y abrumada por su experiencia en los Juegos y siente también la culpa del superviviente ante los concursantes que murieron en la arena, y ante el secuestro de Peeta a manos del Capitolio. Observa los movimientos del Distrito 13 y la revolución naciente desde fuera, y no es hasta la segunda mitad del libro cuando pasa a ser más activa, a tomar parte de un modo más decisivo. Pero esa segunda mitad no la veremos hasta el año que viene. Esa decisión comercial de Lionsgate de alargar en lo posible su gallina de los huevos de oro (aunque de ellos es también la otra saga distópica con protagonista femenina, la de "Divergente", que estrena "Insurgente" el año que viene) es contraproducente desde el punto de vista creativo, pues aunque Francis Lawrence hace lo que puede, en esta primera parte de "Sinsajo" hay poca tela que cortar.

Son dos horas de prólogo, de presentación de la situación en la que Katniss se ve tras el final de los últimos Juegos. Conocemos a la presidenta Coin, al modo en el que funciona el Distrito 13, y conocemos también a los personajes que aportan tal vez lo más interesante de la película, que es esa mirada muy cínica y descreída hacia como todo, desde la política a las revoluciones o la cultura de las celebrities, no son más que campañas de imagen y propaganda. Plutarch, Cressida, Haymitch y Effie utilizan unas armas que empezaron a utilizarse en serio en la Primera Guerra Mundial, y que se han vuelto más sofisticadas e intrusivas con el paso del tiempo. Ese vistazo hacia lo que hay detrás de los líderes sociales y políticos le da cierto interés y hasta sus toques de humor, a la primera parte de "Sinsajo", mientras la exploración del trauma de Katniss también está bien tratada, incluso aunque se enfaticen demasiado su preocupación por Peeta y sus sentimientos por él. Ese aspecto está demasiado subrayado, incluso para el giro final. Que es un giro que deja con la sensación de que la cinta termina justo cuando va a empezar lo bueno, como quien dice, cuando Katniss va a empezar a actuar y hacer algo con todos esos sentimientos.

La principal ventaja que tiene la saga de "Los juegos del hambre" es contar con un reparto realmente a la altura. Julianne Moore permite que veamos que Coin tiene unas razones legítimas y correctas para actuar como lo hace, incluso aunque Katniss desconfíe de ella, y Effie termina de convertirse, de un modo inesperado para quien leyera los libros, en parte del corazón de la película. En "En llamas" ya empezábamos a ver otro lado de la señorita Trinket, uno en el que veíamos que ella era muy consciente de lo que estaba pasando con sus tributos. Elizabeth Banks siempre le da cierta vulnerabilidad a Effie, por debajo de sus trajes locos y su preocupación por la imagen de Katniss, que la hace muy entrañable. Y luego, claro, está Jennifer Lawrence. En muchas ocasiones se ha comentado que algunos actores se toman estos blockbusters como un cheque fácil, una excusa para vaguear en el papel. Lawrence no es así; siempre lo da todo como Katniss, y aquí se esfuerza por que veamos sus traumas, y su autoconsciencia de que la están manipulando y utilizando, igual que como el Capitolio la utilizaba durante los Juegos, pero con otro fin. Todo esto habría dado para una película bastante potente, en lugar de dos en la que la primera se queda a medio gas.

Música de la semana: Muchas series tiran de grupos que están de promoción de sus nuevos trabajos para conseguir canciones para sus capítulos, pues sus derechos salen más baratos. "The Flash" lo hizo esta semana haciendo que sonara "Do you", de Spoon, en el café donde trabaja Iris West.

21 noviembre 2014

Casi famosos (LIV)

Si es viernes, tiene que ser tiempo de alguna entrada menos sesuda y más lúdica, como quien dice, así que tiene que ser el momento para recuperar los casi famosos. Ya sabéis, esa sección donde rescatamos algunos trabajos de ciertos actores, ahora bastante conocidos por un proyecto en concreto, antes de que Just Jared decidieran que eran lo suficientemente famosos como para publicar fotos de ellos yendo al supermercado.

Empezamos con uno de los más firmes candidatos a ser nominados este año a un Oscar, Benedict Cumberbatch, que antes de saltar a la fama gracias a "Sherlock" y, como decimos, sonar con fuerza para la inminente temporada de premios de Hollywood con "The imitation game", interpretó a uno de los tres hijos de Hugh Laurie en "Fortysomething", una muy corta comedia de ITV en la que Laurie era un médico con crisis de la mediana edad. Además de Cumberbatch, también andaban por ahí Anna Chancellor como la esposa de Laurie y Peter Capaldi como uno de sus colegas.

Últimamente, estamos hablando mucho de "Los 100", así que no está mal recuperar uno de los primeros trabajos de su protagonista, Eliza Taylor, en su Australia natal. El 90% de los actores de la isla pasa por los dos veteranísimos culebrones "Home and away" o "Neighbours", y ella estuvo cinco años en el segundo, interpretando a la mujer objeto de la serie, como quien dice. También se la podrá ver en el cine este año, en "La conspiración de noviembre".

Uno de los compañeros de reparto de Cumberbatch en "The imitation game" es Matthew Goode, que pudo haber sido toda una estrella si "Watchmen" hubiera funcionado un poco mejor, y que ahora mismo es ese amigo con posibilidad de algo más de Alicia Florrick en "The good wife". Pero uno de sus primeros trabajos fue dar vida a Gerald Brennan en "Al sur de Granada", una película de Fernando Colomo que contaba cómo ese escritor inglés llegaba a la Alpujara dispuesto a escribir, y acababa enamorado del personaje de Verónica Sánchez, que debutaba en el cine. Justo es decir que este "casi famoso" lo recuperó Abril Reyes por Twitter.

Y ya que mencionamos a Goode, recientemente se supo que particparía en el especial de Navidad de "Downton Abbey" como el tercer posible pretendiente de Lady Mary, así que hay que rescatar "Hogfather", o "Papá Puerco", como se tituló en España, una tv movie que adaptaba un relato de Terry Pratchett y en el que Michelle Dockery era Susan, la nieta de la Muerte. Aunque con esa peluca es más una versión al revés de la novia de Frankenstein.

20 noviembre 2014

El año que prestamos atención a The CW


El año 2014, televisivamente hablando, y desde el punto de vista de Estados Unidos, ha tenido una protagonista bastante inesperada: The CW. La hermana pequeña, y pobre, de CBS y Showtime, aquella que los críticos sólo incluían en sus artículos para preguntarse si no estaría mejor en el cable básico, ha resultado la ganadora de la temporada de otoño entre las networks, y durante todo este año ha visto cómo la percepción crítica de sus series iba variando desde esa mirada por encima del hombro tan habitual en sus inicios, a un reconocimiento algo más de igual a igual. No habría que extrañarse si “Jane the virgin” y “Los 100” se cuelan en algunas listas de los mejores estrenos del año, porque son dos series a las que algunos críticos han puesto de ejemplo de cómo pueden hacerse títulos para todos públicos dignos, sin más pretensiones que entretener y que tienen las ideas mucho más claras que algunas de las novedades más publicitadas del otoño.

Las comparaciones entre “Gotham” y “The Flash” son recurrentes también, señalando las cosas en las que una se esfuerza enormemente por que funcionen, mientras a la otra le resultan mucho mejor sin complicarse tanto la vida. Es sumamente curioso que The CW, de la que siempre hubo dudas sobre cómo podía sobrevivir con esas audiencias paupérrimas, sea de las cadenas en abierto que mejor está aprovechando la nueva situación industrial de la televisión estadounidense, en la que los visionados en diferido, los derechos para la emisión en streaming y las ventas en el mercado internacional pueden pesar tanto en el futuro de una serie como su audiencia en directo. Vio el filón del género fantástico y de ciencia ficción en abierto antes que las demás, y aunque no todas sus propuestas han funcionado, es cierto que las que lo hacen tienen, creativamente, una idea mucho más clara de lo que son y de lo que quieren hacer.

The CW, además, se ha encontrado con su propia Shonda en la figura de Greg Berlanti, productor y guionista muy asociado con The WB por “Everwood” y su breve paso por “Dawson crece”, y que se ha convertido en el salvador de la cadena, como quien dice, gracias a su labor en “Arrow”, primero, y después en “The Flash”. Ha sucedido, en el puesto de productor favorito del canal, a Josh Schwartz, que desde “Gossip girl” parecía estar involucrado en todas las nuevas series de The CW, y su estrella no para de crecer. Da la sensación de que DC/Warner lo ha colocado como el equivalente de Joss Whedon y las películas de Marvel para que supervise el universo televisivo del estudio (excepto en “Gotham”), y ganarse al mismo tiempo el favor del público y el de la crítica (que en Estados Unidos es menos snob para estas cosas que la española) lo ha situado otra vez en la cresta de la ola.

El culmen de todo este año llegó con el anuncio de quienes iban a formar el equipo de guionistas para Neil Patrick Harris en la próxima gala de los Oscars. Dicho equipo está liderado por el propio Berlanti, con uno de los showrunners de “Arrow”, Andrew Kreisberg, un colaborador suyo en “Everwood” y “Jack y Bobby” (y creador de “Kings”), Michael Green, y Seth Grahame-Smith, el único que no ha trabajado antes con él, y que tiene en su haber los guiones de “Abraham Lincoln, cazador de vampiros”, “Sombras tenebrosas” y fue co-creador de la serie de MTV “Tiempos duros para RJ Berger”.  La prensa especulaba con que Craig Zadan y Neil Meron querían reconocer en la gala el peso cada vez mayor de las películas de superhéroes en Hollywood, pero no dejaba de ser significativo que, en lugar de buscar a los guionistas de los grandes taquillazos del momento, se fueran a por el equipo creativo detrás de “Arrow”. Indirectamente, es otra victoria para The CW en 2014. Quién lo habría dicho en 2007.

19 noviembre 2014

Las trilogías de cuatro películas

"La tercera entrega en la inusual trilogía de cuatro partes". Con esta broma introdujo Stephen Colbert "Los juegos del hambre. Sinsajo 1" durante su entrevista con Jennifer Lawrence, y como todo lo que hace este hombre, no sólo es un mero chiste. Desde hace un tiempo, los estudios de Hollywood hacen todo lo que pueden por alargar todo lo posible sus sagas de más éxito. Si no tienes más de 70 años de cómic de Superman y, unos cincuenta de los de X-Men, buscas trilogías literarias con tirón entre el público (joven, a ser posible). Pero el problema es que sólo son tres películas, en lugar de las tropecientas que Marvel va a hacer de los Vengadores, entre las individuales y las tres conjuntas que quedan. En lugar de estar exprimiendo la taquilla durante una década, como mucho lo harás durante cinco o seis años, ¿y después qué?

La trilogía de "El Señor de los Anillos" fue todo un bombazo en taquilla, pero sólo fueron tres cintas. "Star Wars" son seis de momento, sí, pero se estrenaron en dos bloques de tres, separados por más de veinte años. ¿Cómo mantener al público deseoso de ver la siguiente entrega de su saga favorita sin hacerle esperar tres años entre una y otra, por ejemplo? ¿Y cómo retrasar en lo posible el final de esa saga? Warner dio con la solución al dividir la adaptación del séptimo y último libro de Harry Potter, "Las reliquias de la muerte", en dos partes, y detrás de ella repitió la jugada "Crepúsculo" con "Amanecer" y, ahora, "Los juegos del hambre" con "Sinsajo" (hasta Marvel va a hacer lo propio con "Avengers: Infinity Wars"). La cuestión es posponer todo lo que se pueda el momento en el que dejará de haber más películas protagonizadas por Katniss, o por Bella, o por Harry, pero el problema es cómo sacar dos películas decentes de un único libro.

Los casos de "Las reliquias de la muerte" y "Sinsajo" son, en este caso, bastante parecidos. Ambos tienen una primera mitad en la que hay muy poca acción, en la que hay más un etsudio de sus personajes protagonistas que otra cosa, y todo lo bueno, como quien dice, se concentra en la segunda mitad. David Yates y Steve Kloves, director y guionista de "Las reliquias de la muerte", solventaban el problema de una manera bastante sorprendente, consiguiendo que la primera parte tuviera interés a pesar de que Harry, Ron y Hermione están buena parte de ella vagando sin rumbo por los bosques de Inglaterra, pero el retrato de la relación entre Harry y Hermione estaba logrado.

Con "Sinsajo", la adaptación es más complicada porque es el libro en el que estamos más dentro de la mente de Katniss (y ella narra los tres en primera persona). Su monólogo interno es básicamente la acción durante la primera mitad del libro, y no debe ser nada sencillo sacar de ahí una película a la altura de "En llamas". Varios críticos estadounidenses apuntan que es en realidad un libro sobre el estrés post-traumático, así que será interesante ver cómo han conseguido Francis Lawrence, Peter Craig, Danny Strong y la propia Suzanne Collins trasladar eso a un blockbuster, y no a una cinta tipo "En tierra hostil".

18 noviembre 2014

La paradoja de la Viuda Negra

Dentro de los anuncios de sus planes estalinistas de nuevas películas para la próxima década, DC y Marvel incluyeron dos títulos centrados en superheroínas. La primera dio luz verde, finalmente, a la película de Wonder Woman que lleva años sin encontrar director ni protagonista, y que esta vez estará protagonizada por Gal Gadot (que es Wonder Woman en “Batman Vs Superman”) y parece que dirigida por una veterana de la televisión como Michelle McLaren (con un ojo sensacional que quedó muy claro en “Breaking Bad”). La segunda coló por sorpresa en su anuncio una cinta sobre Capitán Marvel en la encarnación de Carol Danvers, y Twitter explotó con comentarios sobre quiénes podían ser las mejores candidatas para el papel y, sobre todo, por qué Marvel optaba por este personaje para darle su propia película y no por la Viuda Negra.

Éste ha sido uno de los temas más discutidos del año cinematográfico; la necesidad de que haya superhéroes en el cine que no sean tipos blancos muy WASP, por lo general. The AV Club apuntaba hace unos días que 2014 había sido un año con unas cuantas cintas protagonizadas por mujeres entre las más taquilleras, con “Divergente”, “Maléfica” y la sorpresa de “Lucy” abriendo camino para el más que probable éxito de la primera parte de “Los juegos del hambre: Sinsajo”, y se preguntaba por qué los grandes estudios seguían mostrándose reacios a entregar todo un filme a una superheroína. El artículo de The AV Club apuntaba que la Viuda Negra había demostrado de sobra su valía dentro del universo Marvel en “Capitán América. El soldado de invierno”, donde era una aliada de igual a igual para Steve Rogers y llevaba buena parte de la acción, pero misteriosamente, es uno de los pocos Vengadores que no tiene su propia película (Hulk ha tenido dos, aunque ninguna con Mark Ruffalo, y Ojo de Halcón es el otro damnificado del grupo).

Hollywood sigue rigiéndose por la creencia de que los blockbusters de acción y aventuras sólo pueden llegar al público más amplio posible, y lanzar una exitosa saga, si su protagonista es un hombre blanco con superpoderes. Es realmente curioso que la estrategia de Marvel sea esa en el cine mientras en televisión sí entrega series enteras a protagonistas femeninas. Es cierto que es muy probable que el estudio aún vea la pequeña pantalla como un medio de segunda, pero en “Agents of SHIELD” es Skye el personaje clave, aunque Coulson sea su protagonista principal, y en 2015 no sólo veremos “Agent Carter” sino también “Jessica Jones”, la serie que compitió por conseguir un hueco en la parrilla de ABC con “Agents of SHIELD”, y terminó perdiéndolo. Es aún un número muy bajo teniendo en cuenta que las otras tres series de Netflix son “Daredevil”, “Puño de Hierro” y “Luke Cage”, pero ya es más que lo que ocurre en el cine.

En esa migración a televisión de los proyectos tamaño pyme que antes hacían los estudios entre las superproducciones y las películas para los Oscar, más de una vez hemos comentado que buena parte de ellos son historias centradas en mujeres que en los 90, sin ir más lejos, eran capaces de atraer a unos cuantos millones de espectadores al cine. Cosas como “Thelma y Louise” ahora acabarían en Showtime, probablemente, si fallara la producción de modo muy independiente. En televisión hay personajes femeninos centrales que encajan en lo que podría considerarse una superheroína en  “Orphan Black” o “Continuum”, y pocas protagonistas de acción se han visto en el cine a la altura de Sydney Bristow en “Alias”. La industria de Hollywood es muy conservadora y, en un panorama que cada vez resulta más difícil predecir, recurren a lo que creen que es más seguro. Pero en Estados Unidos está comprobado que las películas con protagonistas negros funcionan muy bien, y “Maléfica” está quinta en la lista de las más taquilleras de 2014, por delante de “X-Men: Días del futuro pasado”, “Amanecer del planeta de los simios” y “The amazing Spider-Man 2” (sólo por completar, “Divergente” es la 14ª y “Lucy”, la 18ª, por ahora, y según Box Office Mojo). ¿Realmente es seguro el éxito de Spider-Man? Por supuesto, esto es una generalización, pero Hollywood da luz verde a proyectos basándose en generalizaciones.

17 noviembre 2014

Cinco parejas de 2014

Quedan dos semanas para que empiece oficialmente la temporada de premios de Hollywood (los Hollywood Film Awards no cuentan) y la de las listas de lo mejor del año, y este blog no se resiste a ninguna de las dos. Todavía no voy a empezar a publicar las selecciones de las series que he seguido con más interés y de los capítulos más destacados de este 2014, pero sí que se puede comenzar por recordar algunas de las parejas televisivas que han sido de mis favoritas durante estos casi doce meses. El criterio con el que está hecho esta especie de top 5 es muy personal, por supuesto, y como de costumbre, intentaré no repetir las aparecidas en años anteriores (lo que quiere decir que esta vez no repiten Carson y la señora Hughes, aunque podrían).

El Doctor y Clara

Las reacciones a la octava temporada de "Doctor Who" han estado muy divididas entre el fandom, lo que es una lástima porque ha hecho que, en medio de toda la controversia, se perdiera el hecho de que Peter Capaldi y Jenna Coleman son un dúo cómico de primera. La rehabilitación de Clara como personaje y el progresivo asentamiento en su propia piel de la nueva encarnarción del Doctor han dejado algunos de los momentos simplemente más entretenidos y divertidos de los últimos años en la era moderna de la serie. Quizás que su tono estuviera más cerca de Christopher Ecclestone que de Matt Smith dejó fuera a algunos seguidores más acostumbrados a los puzzles para toda la temporada de los que Steven Moffat se ha mantenido apartado, en lo posible, este año.

Amy y Karma

"Faking it" es un caso bastante curioso en la televisión estadounidense. Se emite en MTV, por lo que va a un público muy determinado y, en general, la crítica no le hace caso, y aunque es una comedia teen de instituto desarrollada al calor del éxito de "Awkward", se ha ganado su propio hueco apostando por la exploración de la telaraña emocional entre todos los personajes y, sobre todo, entre Amy y Karma, las dos amigas que protagonizan la serie, y que la empiezan simulando ser pareja para ser populares en su instituto de Austin (Texas). El desarrollo de ambos personajes, y sobre todo de Amy y sus dudas, permite a la serie superar su premisa enseguida, y las dos amigas tienen una relación ahora más complicada, pero más interesante. Katie Stevens y Rita Volk tienen una gran dinámica, aunque en esta segunda temporada hay que dar una mención especial a Lauren, convertida en la robaescenas oficial.

Ichabod y Abbie

Lo principal en "Sleepy Hollow" no es tanto la lucha por evitar el Fin del Mundo, sino ver cómo evoluciona la relación entre Ichabod Crane y Abbie Mills, los dos Testigos que deben evitar que el demonio Moloch camine libre sobre la Tierra. En la segunda temporada pueden haberse encontrado con algunos altibajos en las tramas (Henry no acaba de funcionar tan bien como se esperaba), pero la química entre Tom Mison y Nicole Beharie es, de lejos, de las mejores que hay ahora mismo en la televisión estadounidense, y en todos los capítulos deja momentos realmente divertidos. Se ha perdido un poco el recurso a la versión alternativa de la historia de la Revolución Americana, pero cualquier escena de "Ichabod contra el mundo moderno" resulta siempre estupenda.

La doctora DePaul y Virginia Johnson

Lillian DePaul ya apareció en la primera temporada de "Masters of sex", pero ha sido en la segunda, con la evolución de su amistad con Virginia Johnson, cuando se ha consolidado como uno de los personajes del año. La relación de las dos, primero profesional y luego personal, ha sido de lo más interesante de la entrega de la serie este año, y Julianne Nicholson y Lizzy Caplan han estado siempre muy bien navegando todos loe momentos de su amistad, desde los más relajados y divertidos a los más dramáticos. En el arsenal de secundarios estupendos de "Masters of sex", DePaul ocupa un hueco que va a ser difícil de llenar, al menos en sus interacciones con Virginia.

Vanessa Ives y Malcolm Murray

Vanessa Ives, el personaje en el centro de "Penny Dreadful", ha sido otro de los descubrimientos del año, pero parte de su interés estaba en la complicada relación con Sir Malcolm Murray, el caballero con el que se alía para buscar a la hija de éste y luchar contra monstruos. Las razones por las que ambos están juntos en esa empresa le dieron a la primera temporada de la serie buena parte de su columna vertebral, especialmente cuando asistimos a la pugna que también se libra en el interior de Vanessa. Eva Green y Timothy Dalton representan perfectamente la contención victoriana y el exceso que ha caracterizado "Penny Dreadful".

Hay más parejas que podrían haber entrado en esta lista, claro, desde Felicity Smoak y Barry Allen a Claire y Jaime en "Outlander", Henry y Eliza de "Selfie", Andrew y Zelda de "A to Z", Rogelio de la Vega con cualquiera de las mujeres de "Jane the Virgin", Maura y sus hija mayor en "Transparent" o Flaca y Maritza en "Orange is the new black".

16 noviembre 2014

Miedo a matar

ALERTA SPOILERS: Como esta entrada va a centrarse más en el final de media temporada de la segunda de "The Blacklist", es preferible que no sigas leyendo si no quieres saber en qué andan metidos ahora Elizabeth Keen y Ray Reddington.

Uno de los finales de temporada más anticlimáticos de los últimops tiempos es el de la primera de "Héroes". Tras haber construido toda la entrega alrededor de Sylar y su intento de asesinato de la animadora para tomar sus poderes, que es su modus operandi con todas las personas que asesina, y haber preparado el camino para que, en el último capítulo viéramos una confrontación entre Sylar y Peter Petrelli, a la serie le da repente miedo a cargarse a uno de sus mejores personajes de aquella temporada inaugural, el villano, y en lugar de cerrarla con su muerte, como todo el mundo suponíamos, le da una escapatoria, deja su destino en el aire para, si quieren, repescarlo más adelante. Es comprensible que quisieran reservarse la carta de Sylar porque, realmente, era un gran malo para los protagonistas, pero al mismo tiempo, esa súbita indecisión le restó fuerza a ese final de temporada y, con el paso del tiempo, se comprobó que era sólo un síntoma de los problemas que atenazarían "Héroes" durante las tres temporadas restantes.

El pasado mes de mayo, a "The Blacklist" le pasó algo parecido en su final de primera temporada con Tom Keen. El marido de Elizabeth, la protagonista, terminaba siendo un agente encubierto que había adoptado esa tapadera para intentar llegar a Reddington a través de ella, y en el enfrentamiento final entre todos, Tom era disparado varias veces en el abdomen y quedaba en un estado muy grave. Red le decía a Liz que debía matarlo, pero lo último que vemos es un rastro de sangre donde él cayó, y nada más. Era evidente que Elizabeth no había sido capaz de matarlo, pero en lugar de que él hubiera huido, en realidad ella lo tenía preso, confiando en que le daría información que le permitiera atrapar a Berlín, el villano. Lo cierto es que, a no ser que de repente Tom se convierta en un agente imprevisible que actúa por su cuenta, la serie debería haberlo eliminado y haber pasado a otra cosa.

Lo peor de "The Blacklist" es esa conspiración de fondo a la que pertenece Tom y que, en teoría, provocó que Red rescatara a Liz de aquel incendio y la entregara a un amigo para que la cuidara. Está en el punto de partida de todo, pero los retazos que vemos de ella son muy vagos, lo suficiente para que nunca sepamos exactamente de qué va todo esto, para mantener el misterio, con el riesgo de que el esoectador no acabe de encontrarla interesante. Es un poco el mal de "Expediente X"; la Conspiración era muy importante para Mulder, pero daba tanto la sensación de que se la iban inventando sobre la marcha, especialmente al final, que era complicado  que a nosotros nos importara tanto como a él. Paradójicamente, sólo funcionaba bien mientras apenas sabíamos nada de ella.

Ya lo hemos comentado más de una vez, así que no seguiremos dando la lata con ello, pero "The Blacklist" sí funciona en las interacciones de Liz y Red, y en todos los momentos en los que éste va por libre, además de que Liz ha reclamado su parte de protagonismo, un poco perdida al final de la primera entrega. Y sí ha conseguido construir un secundario entrañable, a pesar de contar poco, como es Aram, el técnico encargado siempre de soltar los monólogos de exposición de trama. Es cierto que en este final de media temporada ya no tenemos sobre el tablero a Berlín ni al integrante de la conspiración que hablaba con Red, ¿pero significa eso que se aclarará el panorama?

Música de la semana: En esta minisección no suele haber canciones de anuncios, pero uno de los últimos de Renault recupera el lado más lúdico y funky de Beck al utilizar "Sexx laws", así que merece la pena repescar esa canción.

14 noviembre 2014

La expectativa del final

Una de las peores consecuencias que tuvo el éxito en Internet de “Perdidos”, y la obsesión por intentar averiguar qué estaba pasando allí antes de que la serie ofreciera respuestas, es que lanzó una corriente de pensamiento que fía la calidad última del programa a que el final esté a la altura de las expectativas. Si el último episodio no ofrece la resolución que los espectadores buscan, si no encaja con la narrativa que se han ido creando en sus cabezas, descalifica automáticamente todo lo que ha venido antes. El final es malo, ergo toda la serie es una pérdida de tiempo. Es una idea bastante extendida entre el público, y el estándar con el que se juzga el final de cualquier serie; si no cierra las tramas de un modo satisfactorio, invalida el resto de los capítulos.

Esta idea se debate y se comenta periódicamente, cada vez que alguna serie bastante longeva llega a su cierre definitivo, y ha vuelto a aparecer en los últimos días a raíz de la enorme popularidad que ha alcanzado “Serial”, un podcast que cuenta la investigación del asesinato de una adolescente en Baltimore, en 1999. El podcast es un spin off de “This American Life”, un programa de la radio pública que cuenta historias de estadounidenses corrientes, historias cotidianas. El programa tuvo un breve paso por televisión, pero es en la radio donde ha tenido más éxito (Ira Glass, su presentador, ha aparecido hasta en la película de “Veronica Mars”), y su modus operandi de seguir las historias hasta donde les lleven mueve también “Serial”. La idea de ese podcast es, en lugar de contar una historia durante una hora, hacerlo durante toda una temporada, y la investigación de ese asesinato, y si quien fue acusado de él es culpable de verdad, se presta perfectamente para su estreno.

Y se presta perfectamente a que se vuelva muy adictivo. Su responsable, Sarah Koenig, va contando los diferentes pasos al investigar de nuevo toda la historia y, así, los oyentes recibimos el panorama más completo que ella puede contarnos de lo que pasó, basándose en entrevistas con testigos cercanos, en grabaciones de interrogatorios policiales y en documentos que va encontrando o que le envían. El punto de vista de Koenig es muy importante en “Serial”, ya que decide embarcarse en esa empresa porque alguien le cuenta la historia de Adnan Syed y cómo lleva quince años en la cárcel por el asesinato de su ex novia, y en todo momento reconoce cuándo no está segura de si algo que le han dicho es verdad, cuándo no tiene suficiente información para completar algún punto que no está claro, y también reconoce dos cosas; que puede acabar demostrando que Syed es culpable, y que es muy posible que, por otro lado, no llegue a ninguna resolución, que la historia no tenga un final concluyente.

Este punto es el que abre “Serial” al debate sobre la importancia del final que comentábamos antes. La fascinación por el podcast en la blogosfera angloparlante ha llegado a tal punto, que en Slate hay otro podcast que analiza cada uno de sus episodios buscando pistas, intentando adelantarse a lo que Koenig puede terminar descubriendo. Ella jura y perjura que no sabe cómo termina la historia, que escribe y graba cada capítulo muy poco antes de que se publiquen en la web, y que los oyentes están en el mismo barco que ella, avanzando casi al mismo tiempo en su persecución de la verdad. O de las diferentes verdades sobre el caso. "Serial" es más una historia sobre lo poco fiables que son nuestros recuerdos, sobre cómo unos mismos hechos pueden tener diferentes interpretaciones dependiendo de quienes los cuenten y, en general, de cómo el observador condiciona el resultado del sistema, que es una de las ideas detrás del principio de indeterminación de Heisenberg. La investigación de Koenig depende de los diferentes puntos de vista de los implicados sobre los hechos, algo en lo que el podcast se parece bastante a "The Affair", pero esto también señala que es muy posible que la reportera nunca averigüe la verdad.

Alan Sepinwall apuntaba que esta circunstancia abre "Serial" a que, cuando se publique su último capítulo, le lluevan las críticas por no haber presentado un cierre concluyente que una todos los cabos sueltos, por no haber determinado con claridad si Syed es culpable o no. La obsesión por los finales, por que el final valide todo lo que ha venido antes (por que merezca a pena), prácticamente anula que el camino para llegar allí haya estado entretenido e interesante. Koenig, por ejemplo, sabe cómo contar la historia y cómo presentar la información de manera que nos hagamos una idea clara de lo ella va averiguando, además de saber cómo acabar los episodios en mini-cliffhangers que te llevan a querer tenerlos todos para escucharlos de golpe. Además, a veces, un final ambiguo no es absoluto malo o "fácil", como suele quejarse la gente. Hay historias en las que ésa es la única manera de terminarlas, en las que no hay una resolución sencilla. "Zodiac", por ejemplo, es una película estupenda porque trata de la obsesión del personaje de Jake Gyllenhaal por encontrar al Asesino del Zodíaco, no de si su sospechoso era el correcto o no.

13 noviembre 2014

Extraterrestres de SHIELD

ALERTA SPOILERS:  ¿Habéis visto la explicación a esas tallas que Coulson ha estado haciendo en "Agents of SHIELD"? ¿No? Vedla primero.

Cuando se estrenó “Agents of SHIELD”, los jefazos de Marvel decían que estaría integrada en el Universo Cinemático de la compañía, que sería otra pieza del puzle formado por las películas individuales de Thor, Iron Man y Capitán América y la de los Vengadores y que proporcionaría continuidad a ese MCU cuando no hubiera estrenos nuevos en la pantalla grande. Hasta el episodio 17 de la primera temporada, no parecían más que palabras vacías, una táctica de relaciones públicas para intentar atraer espectadores a una serie que no terminaba de arrancar. En aquel capítulo, el final de “Capitán América. El soldado de invierno” afectaba de lleno a la trama de “Agents of SHIELD”, y sus repercusiones han seguido sintiéndose en esta primera mitad de la segunda temporada. Pero eso no era más que una reacción a las películas; la serie se veía afectada por aquella trama, pero había tenido poco que ver en su preparación. La implosión de SHIELD le  cayó del cielo,  como quien dice.

Sin embargo, en esta segunda entrega parece que, por fin, la televisión está empezando a poner los cimientos de las tramas que se verán en las próximas películas de Marvel y, en concreto, da la sensación de que está montando el fondo sobre el que se desarrollará “Los Vengadores. La era de Ultrón”. Y lleva haciéndolo desde el piloto, además. Fans más expertos en los cómics de la Casa de las Ideas ya apuntaron el año pasado que el Proyecto TAHITI, el alienígena azul del que se extraía esa panacea universal, y los efectos secundarios que su administración generaba, apuntaban a los Kree y los Inhumanos, y a que Skye puede ser el eslabón perdido entre ambos y el enlace entre los títulos superheroicos de Marvel y “Guardianes de la galaxia”. Teniendo en cuenta lo que le gustan a la compañía las sinergias empresariales, no sería nada extraño. Al menos, le confiere a “Agents of SHIELD” cierta relevancia dentro de sus planes de dominación cinematográfica mundial, y la serie ha ganado también en interés por el camino.

El misterio alrededor de la resurrección de Coulson y de sus visiones se resuelve involucrando directamente a esos Inhumanos (que vivían en la ciudad de Attilan), y mientras la verdadera naturaleza de Skye permanece desconocida, por ahora, dicha resolución acarrea un nuevo objetivo para nuestros héroes igualmente definido; llegar a esa ciudad antes de que lo haga Hydra. Establecer metas claras ha hecho maravillas para “Agents of SHIELD”, así que sustituir una por otra permite que se mantenga el mismo impulso detrás de las tramas, y hace evolucionar ligeramente el conflicto entre las dos organizaciones. Evidentemente, en algún momento sabremos qué está tramando Ward, y si el plan le estallará en la cara cuando se dé cuenta de que no es un elemento tan importante en todo este tinglado, lo que podría ocurrir, pero mientras tanto, cada capítulo resulta generalmente entretenido y va dando muestras de mejora. Y de mejora no sólo en el aspecto creativo, sino también en el técnico.

El aspecto visual de la serie ha ganado en personalidad, algo que le criticaban bastante los periodistas estadounidenses. “Arrow” podrá estar hecha con un presupuesto de The CW, pero su apuesta por las escenas nocturnas y el tono verdoso hace que sea fácil reconocer sus fotogramas. “Agents of SHIELD” era demasiado genérica hasta esta temporada, cuando se han animado con peleas mejor coreografiadas y más vistosas (aquella May vs May en una habitación de hotel), una iluminación más contrastada y hasta algunos planos un poco menos convencionales. Los nuevos personajes se han integrado, además, bastante bien, con Bobbi Morse dejando una buena impresión inmediata, y aunque el trastorno mental de Fitz no es tan interesante como podría, Simmons sí que funciona mucho mejor con el resto del equipo. “Agents of SHIELD” podría ser los Sacramento Kings de esta temporada, el equipo que pasa de no hacer gran cosa el año anterior, a arrancar la campaña con cinco victorias consecutivas y la sensación de que la racha no es algo pasajero, de que hay, por fin, cierta solidez. ¿Podrá soportar el peso del MCU expandido?

12 noviembre 2014

Hacia las estrellas


En varias entrevistas concedidas durante la promoción de “Interstellar”, Christopher Nolan ha contado que dos de las películas que considera sus favoritas las vio siendo un niño, en el cine: “Star Wars” y “2001. Una odisea del espacio”. No hacía falta que lo dijera de forma tan explícita, porque la impronta de las dos se nota en su última película, una película que llegaba a los cines con la expectación desatada e infladísima que acompaña a su director desde “El caballero oscuro”. Hay pocos realizadores que despierten en Internet elogios tan encendidos y odios tan viscerales, y pobre de quien se meta en medio de una discusión entre nolanistas y anti-nolanistas, porque saldrá escaldado sin saber muy bien qué acaba de pasarle.

Nolan es un tipo ambicioso desde su primer éxito, “Memento”, una cinta que ya jugaba con la linealidad de la narración y con la manera en la que nos enfrentamos a la pérdida de algún ser querido, y sus “juguetes” se han hecho más caros y más grandes conforme ha pasado el tiempo y la trilogía de Batman le ha convertido en uno de los pocos directores que puede gastarse más de cien millones de dólares haciendo una película original (no basada en nada ni siendo secuela de nada) para los grandes estudios de Hollywood. El último ejemplo reciente fuera de Nolan, y tal vez casi único, es James Cameron con “Avatar”, otro que despierta pasiones encontradas, y otro para el que estos proyectos faraónicos son muy personales para él, aunque no lo parezca. En el caso de Nolan, y como queda clarísimo en la película, “Interstellar” está hecha para su hija; en su centro está la relación entre Cooper y su hija Murphy, y cómo la misión del primero afecta a la segunda.

El componente emocional es, por tanto, muy importante en la cinta, pero su equilibrio con la parte de ciencia ficción más pura y dura no está del todo bien logrado. Los discursos sobre el amor y el giro final de la trama no acaban de encajar con la historia de exploración de otros planetas en los que la humanidad pueda sobrevivir, huyendo de una Tierra que ha sido ya sobreexplotada hasta el punto de quedar yerma. Y huyendo de una sociedad que ha dado importancia a lo práctico, sólo a lo que puede tener una aplicación inmediata, sobre aspectos de curiosidad intelectual, de avance del conocimiento que pueden tener beneficios indirectos más adelante. Esa cortedad de miras es lo que, en última instancia, amenaza con poner el último clavo en el ataúd de los humanos.

De “Interstellar” se ha dicho que es una space opera, pero eso no es en absoluto malo. Pocas series veréis más serias que “Babylon 5”, una space opera con todas las letras que se atrevió a hacer una metáfora directa de la pasividad de la ONU ante la guerra de los Balcanes a mediados de los 90. La película está movida por la curiosidad por ver qué hay más allá, por la maravilla del descubrimiento, por el impulso para resolver un problema que se resiste. Se habla mucho de instinto de supervivencia, de amor y de lo mezquinos y egoístas que podemos ser enfrentados a una situación a vida o muerte, pero es la curiosidad intelectual donde “Interstellar” funciona mejor (la escena de Murphy gritando “¡eureka!” bien lo prueba). Y, curiosamente, consigue que unos robots con forma de monolito sean de los mejores secundarios del año. R2D2 estaría orgulloso de ellos.

11 noviembre 2014

Las penas de Edith y los amores de otoño

ALERTA SPOILERS:  "Downton Abbey" ha despedido la temporada regular de su quinta entrega. Sini sabes quién se ha casado al final, ni sigas leyendo. A Isis, in memoriam.

Dos cosas hay seguras en todas las temporadas de “Downton Abbey”; a Edith nada puede salirle bien y los Bates deben encabezar la lista de los más buscados de la televisión británica. No hay año en el que se libren de sus encontronazos con la justicia, y si no es por la muerte de Vera Bates (una Maria Doyle Kennedy dickensianamente malvada, como la describían en The Guardian en su momento), es por la del señor Green, el lacayo de Lord Gillingham que violó a Anna la pasada temporada. Las desgracias de los Bates hace tiempo que son unos de los peores lastres de la serie, especialmente porque él no ha sabido mantener el aire de honorabilidad y decencia con el que llegó a la casa. O lo ha mantenido, pero no ha sido precisamente lo más entretenido de ver.

Ahí entran los personajes que nunca fallan, como la Condesa Viuda e Isobel Crawley, cuyas vidas sentimentales han recibido algo de cancha en la quinta entrega. La primera ha visto cómo regresaba un antiguo príncipe ruso, ahora refugiado político, con el que podría haber tenido una aventura en su juventud, si hubiera querido, y la segunda se ha dejado querer por Lord Merton y su proposición de matrimonio hasta que ha visto que ganarse a sus insoportables hijos tal vez no merezca la pena. Las bodas eran de gran relevancia social en aquella época, así que no es de extrañar que la promesa de tres haya articulado buena parte de la temporada. Desde la aventura, esta sí, de Lady Mary con Tony Gillingham que, en lugar de afianzar su compromiso, hace que ella se dé cuenta de que estaba equivocada, al amago entre Isobel Crawly y Lord Merton y la que sí se celebra, la de Rose con un apuesto caballero de origen ruso-judío llamado Atticus Aldridge.

Los tres últimos episodios prácticamente han girado en torno a esa boda y las dificultades religiosas y de clase que, en teoría, deberían impedirla, y ha conferido cierta estructura a una temporada que avanzaba más por viñetas, como quien dice. Bueno, los líos de Edith con su hija en la granja han sido una de las tramas serializadas de la entrega (junto con la investigación de la muerte del señor Green, de la que vamos a pretender que no ha pasado), una en la que la hija mediana se ve totalmente superada por sus emociones y, paradójicamente, no es hasta que su madre se entera finalmente de su secreto que se llega a una conclusión más o menos satisfactoria para ella. A Cora, que siempre ha sido uno de los personajes más lánguidos de “Downton Abbey”, le ha venido muy bien la presencia del señor Bricker y su flirteo descarado porque la ha hecho un poco más activa de lo habitual. La última vez que Fellowes se acordó de darle algo qué hacer a Elizabeth McGovern fue cuando murió Sybill.

No obstante, en lo que la serie no ha perdido el paso es en sus toques de humor, que hace tiempo que no sólo se restringen a las frases de la Condesa Viuda. Entre las caras de Lady Mary en las cenas, las manipulaciones de Carson a cargo de la señora Hughes y la señora Patmore (esa promesa de comprar una casa juntos…) y, por supuesto, las diferentes desventuras de Molesley para lograr que lo tomen en serio, “Downton Abbey” tiene un subsuelo de comedia ligera muy entretenido. Y aunque ha tenido, como siempre, aspectos repetitivos, como la confrontación entre la señorita Bunting y Lord Grantham o las continuas dudas de Tom sobre si irse a América o quedarse, lo cierto es que la temporada ha seguido desplegando un alto factor de diversión,  si una la ve como lo que es, sin buscar significados trascendentales. Y por mucho que Fellowes haya jurado y perjurado que, de momento, Tom y Mary no van a ser más que amigos, la cancha que les ha dado a las shippers de la pareja ha sido de lo más destacado, también porque es uno de los dúos que mejor funciona de la serie.

10 noviembre 2014

El pueblo del misterio y la diversión

En los últimos tiempos, las series que más fandom generan entre universitarios y espectadores que, a priori, son demasiado mayores para disfrutarlas son las de animación. A títulos como "Regular Show" u "Hora de aventuras", que por emitirse en Cartoon Network se permiten algunas excentricidades que les dan su personalidad, se unieron "Phineas y Ferb" y, sobre todo, "Gravity Falls" en Disney Channel como series cuyo sentido del humor o guiños a la cultura pop las han convertido en las favoritas no sólo de los niños de diez años, sino del público que era fan de "Bob Esponja" porque reconocía que aquello sólo podía escribirlo alguien demasiado aficionado a la marihuana.

En el caso de "Gravity Falls", fue uno de los estrenos más exitosos y rutilantes de Disney hace un par de años, y sus fans han estado esperando durante doce meses a que Mabel y Dipper Pines volvieran a sus pantallas para seguir descubriendo los misterios del pueblo boscoso de Oregón donde han ido a pasar el verano. Allí se quedan con su tío abuelo Stan, que tiene una tienda de souvenirs llamada Mystery Shack y en la que trabajan Wendy, la adolescente cool de la que Dipper se queda colgado, y Soos, un tipo no demasiado brillante pero siempre dispuesto a ayudar en lo que haga falta. Dipper descubre un día un extraño diario lleno de anotaciones de monstruos y eventos fantásticos que han ocurrido en el pueblo y, desde entonces, se obsesiona con averiguar quién fue su autor y por qué Gravity Falls es la versión animada, y para todos los públicos, de "Twin Peaks".

Su creador, Alex Hirsch, se basó en sus propios veranos con su hermana gemela en un aburrido pueblo de Oregón y en todas las aventuras que se imaginaba tener allí, y esa imaginación desbordante y el sentido de la aventura se notan en cada fotograma de la serie. Desde Mabel y sus descacharrantes jerseys a la autoconsciencia de Dipper de que muchas de las cosas que les pasan no son apropiadas para un niño o esa especie de Stargate que vemos en la segunda temporada, "Gravity Falls" busca ofrecer siempre al espectador la mayor diversión que pueda, llenando los capítulos no sólo de cierta serialización con el misterio de quién escribió el diario de Dipper, sino de chistes de todas clases y colores, las enseñanzas sobre la vida que toda buena serie infantil debe tener y referencias que van desde "Expediente X" a la ciencia ficción de los 50, los adolescentes cliché de las comedias de instituto o las películas de terror malas producidas específicamente para Halloween.

Los personajes (a los que prestan sus voces actores como Jason Ritter y Kristen Schaal, entre otros) resultan entrañables y están muy bien construidos. Dipper y Mabel no dejan de ser niños, y Stan no sólo es el tío gruñón, iguak que Wendy no sólo es esa chica un poco mayor de la que el protagonista siempre se enamora sin ser correspondido. Es cierto que, como comentaba Crítico en serie, los episodios y el arco de la temporada beben más de esas series post-cosecha de 2004 con las que se obsesiona Twitter, pero la búsqueda de la diversión, la imaginación y las aventuras de los gemelos Pines están imbuidas de ese entusiasmo infantil que a veces es bueno recordar, y experimentar. "Hora de aventuras" y "Regular Show" pueden ser más indies y heterodoxas, pero "Gravity Falls" tiene encanto de sobra para estar a su altura. Y para enganchar sin remedio.

09 noviembre 2014

El primer año del 12º Doctor

ALERTA SPOILERS: ¿Habéis visto el final de la octava temporada de "Doctor Who"? Si es así, podéis continuar.

Hay una cosa en la que, probablemente, podemos estar casi todos de acuerdo, y es que los cybermen y los finales de temporada de "Doctor Who" nunca han congeniado demasiado bien. Son unos villanos que la serie nueva ha gastado más allá de su fecha de caducidad, incluso aunque aquí tengamos el giro de que ellos no tienen el control de nada, sino que son simplemente el ejército de zombies biomecánicos de Missy. Poco más puede hacerse con ellos, pero al mismo tiempo es comprensible que los responsables de la serie no quieran librarse de unos monstruos tan enraizados en la historia del Doctor como los daleks, pese a que éstos últimos aún tienen alguna que otra cosa que aportar. Los cybermen están casi para poner la nota emocional, paradójicamente, a través de la muerte y conversión del pobre Danny Pink, que tuvo un par de capítulos buenos y luego se convirtió en otro Rory, porque la reina de la función es Missy, la encarnación femenina de ese Master que, tal vez, sea el enemigo más formidable del Doctor.

Ya lo fue en sus apariciones previas en la era moderna con la cara de John Simm (y la ambientación musical de Scissor Sisters); es el villano que mejor conoce a nuestro héroe, el que es una versión ligeramente más loca de atar y megalomaníaca, siempre pensando en formas de dominar el mundo. En ese aspecto, Missy podría haber dado más de sí, pero lo que sí es cierto es que Michelle Gómez aprovecha todo el potencial histriónico, amenazante y hasta cómico del personaje, y se lo pasa absolutamente en grande con él. Sus entradas desde el cielo con el paraguas, a lo Mary Poppins malvada, son un gag visual que no podían no hacer. Por lo demás, ese "Sharkando 2" en el avión con los androides fuera no es el mejor momento de la serie y, al final, el cierre de la temporada no termina de estar completamente a la altura de un resto de episodios que han funcionado, en general, bastante bien. Peter Capaldi se ha hecho con los mandos de la TARDIS con rapidez y haciendo suyo al Doctor aunque aparezcan de cuando en cuando detalles de sus encarnaciones pasadas, y buena parte de sus aventuras han sido muy entretenidas y divertidas.

Esa diversión ha descansado sobre la relación entre el Doctor y Clara y la estupenda química entre Capaldi y Jenna Coleman. Todos los momentos más o menos cómicos entre ellos han sido una delicia, y al final hasta han manejado igual de bien los aspecto más emocionales del viaje de Clara hacia su total independencia de la TARDIS. Ésta ha sido la temporada de la rehabilitación (y construcción) de Clara como personaje con entidad propia, y ha sido muy entretenido de ver. La ralentización del ritmo al que discurrían los episodios ha sido otro acierto, dejando tiempo para que la dinámica entre los dos protagonistas se cimentara mejor. Probablemente, el punto álgido de la temporada siga siendo "Listen" y la exploración de la irrefrenable necesidad del Doctor por saber, pero a pesar de todos los fallos que haya podido tener esta tanda de episodios, lo que Steven Moffat ha logrado con esta vuelta a lo básico de la serie es recuperar esa sensación de aventura y maravilla que había ido perdiendo progresivamente desde aquella retorcida sexta temporada.

Sin obsesionarse por los arquetipos épicos y de nombres molones como "la chica que esperó" o "la chica imposible", y optando por una mayor sencillez a la hora de plantear el misterio central, la octava entrega ha sido bastante más divertida y ha conseguido que tener un nuevo Doctor realmente le dé una nueva energía. Llevar ya tres temporadas al frente de la serie ha hecho que a Steven Moffat ya prácticamente no se le reconozcan hallazgos, sino que sólo se le saquen defectos y ya haya gente pidiendo otro productor ejecutivo, y es muy probable que él mismo tenga la culpa de que, ahora, "Doctor Who" casi no se disfrute, sino que se sobreanaliza y se ve buscando los agujeros de guión, las trampas en la resolución del puzzle. Es agotador. Pocas cosas ha habido tan divertidas este año como ver a Peter Capaldi y Jenna Coleman intercambiarse puyas en la TARDIS.

Música de la semana: Fiona Apple está últimamente de actualidad televisiva. Una canción suya, "Container", es la sintonía de "The affair", y en esa especie de pseudo-"Glee" macabro que Ryan Murphy ha montado en "American Horror Story: Freak Show", Sarah Paulson cantó no hace mucho una de sus viejas canciones, "Criminal".

07 noviembre 2014

Valerie Cherish y la vergüenza ajena

En 2005, Lisa Kudrow volvía a televisión con "The Comeback", una comedia sobre Valerie Cherish, estrella de segunda en sitcoms del montón, a la que seguían las cámaras de un reality que mostraban sus intentos por volver a ser famosa. En aquel momento, la serie, co-creada por Kudrow y Michael Patrick King (que venía de "Sexo en Nueva York" y ahora es el showrunner de "2 Broke Girls"), fue un fracaso. Ni la audiencia le pilló el punto, ni los críticos se mostraron especialmente benévolos con ella, más pendientes de compararla (desfavorablemente) con "Curb your enthusiasm" y de elogiar el arranque de "Entourage", así que HBO sólo le concedió aquellos primeros trece capítulos. Por cosas de la vida y el destino, diez años más tarde, "The Comeback" ha adquirido estatus de serie de culto y todo el mundo apunta que fue una adelantada a su tiempo, y la noticia de su segunda temporada, que se estrena el domingo en HBO, ha sido saludada con más benevolencia por la crítica.

Lo que resulta muy curioso es leer la historia de BuzzFeed sobre cómo se sintieron King y Kudrow cuando se enteraros de que no tendríuan segunda entrega, en su momento, y cómo surgió este regreso improbable, pero para el que ellos estaban perfectamente listos. Kudrow, sobre todo, explica que no comprendían qué era lo que había fallado en la primera temporada, por qué el público y la crítica no habían conectado con Valerie, y afirma que no se dio cuenta hasta que no escuchó un día a Bill Maher decir en su programa de HBO que podían hacerse chistes sobre un hombre blanco porque era una figura de poder, pero que hacerlos de una víctima no era divertido. Kudrow, de repente, se dio cuenta de que las mujeres todavía eran victimizadas, y que un personaje a lo Ricky Gervais en femenino lo tenía más complicado para funcionar.

En los últimos meses, se ha hablado mucho sobre la representación de las mujeres en el cine y en televisión, y sobre las polarizadas reacciones que suscitan personajes femeninos que se salen de la idealización, o del arquetipo de la bruna malvada, con el que suelen presentarse. Gente como Hannah en "Girls" o como otra creación de creación, la Fiona Wallice de "Web therapy", van por otro camino, y lleva a que se genere controversia, sobre todo en el primer caso. En el artículo de BuzzFeed, Dan Bucatinsky, compañero en la productora de Kudrow, se pregunta por qué a todo el mundo "Extras" le parecía brillante en 2005, pese a que Ricky Gervais ponía a su protagonista en situaciones realmente mortificantes y humillantes, y despreciaban "The Comeback" exactamente por lo mismo.

También es interesante esa reflexión que se hace sobre cómo se adelantaron también a la moda de los realities que siguen a gente que no es famosa en realidad, y de la que muestran toda su vida, tipo "Keeping up with the Kardashians" y todos sus spin offs, y la saga de "The real housewives" de Bravo. Estos llegaron un par de años después de "The Comeback", y ahora, el esoectador está más que acostumbrado a ver cómo famosos de segunda se humillan sólo por salir en televisión. ¿Funcionará en este nuevo contexto el regreso de Valerie? ¿Lo llevarán ellos más allá?

06 noviembre 2014

Escóndete, Sondheim

A los estudios de Hollywood les dan miedo los musicales. Y, sin embargo, no dejan de producirlos, además no como películas pequeñas, sino como superproducciones directas a arrasar en la taquilla navideña y, a ser posible, también en los Oscars. Pero a pesar de todo, en los primeros trailers siempre esconden que esa película es musical. Los primeros teasers de “Los miserables” tenían a los fans realmente confusos porque, para una cinta cantada el 99%, la primera promo no enseñaba a nadie cantando, y han hecho falta un teaser, un tráiler y un featurette para que Disney reconozca por fin que “Into the Woods” no es la versión en pantalla grande de “Once upon a time”, sino la adaptación de un musical de Stephen Sondheim y James Lapine celebrado por su aproximación irreverente a los cuentos de hadas.

Es curiosa esa tendencia a “engañar” al potencial espectador; con la obsesión por lograr un fin de semana de estreno que rompa récords, parece que los estudios prefieren esconder la verdadera naturaleza de la película para no espantar a esos chavales adolescentes que son la demográfica principal que quieren atraer. Pero si esos chavales acaban yendo el viernes a ver la película y descubren, para su horror, que es un musical, ¿no es eso contraproducente para la vida posterior en taquilla de la cinta? De nada vale un buen primer fin de semana si en tres semanas te caes de las carteleras. Todavía es más curiosa esta táctica del despiste cuando nos damos cuenta de que el género musical está viviendo una especie de renacimiento, aunque no para aquellas mastodónticas producciones con las más grandes estrellas, la música más de Broadway y los valores de producción más caros.

“Los miserables” y la próxima “Into the Woods” son un poco la excepción en un panorama en el que dominan los musicales más pequeños, casi indies. Son más comedias románticas con canciones, como “Begin again”, u optan por historias más íntimas, tipo la próxima “The last five years”. En vez de tener un estudio detrás que decide aprovechar un musical de éxito sobre las tablas, aparecen por el interés de un músico concreto que decide probar suerte en el cine, como ha pasado con el líder de Belle & Sebastian y “God help the girl”. Quizás los fracasos de cosas como “Rock of ages” o la reciente “Jersey boys” hicieron que las majors no publicitaran el lado musical de esas películas, pero es que, como decimos, siguen haciéndolas. No es que hayan querido apartarse por completo del género; es sólo que tienen miedo de que el público se dé cuenta de que están a punto de ver un musical.

05 noviembre 2014

El buen compositor

Ya hemos comentado varias veces lo curioso (y excepcional) que es que una serie de network reciba los mayores elogios y adquiera su mayor visibilidad en la quinta y la sexta temporadas. Esto que le ha pasado a “The Good Wife” no es lo habitual, y mucho menos en la CBS, en la que los estrenos pueden llamar la atención de la crítica inicialmente y, después, siguen durante ocho, nueve o diez temporadas sin que nadie les haga especial caso (fuera de sus diez millones de espectadores semanales, claro). El reconocimiento a la serie ha alcanzado a otros departamentos aparte de la sala de guionistas dirigida por los Kings, o de sus actores o, últimamente, de sus directores. El último en adquirirlo es David Buckley, el compositor de su banda sonora, y ese reconocimiento ilustra también la diferente manera de utilizar la música que tiene la serie.

Buckley ha trabajado con Harry Gregson-Williams y en varias películas no demasiado conocidas, además de en una de las versiones del videojuego “Call of Duty”, pero parece que es su trabajo en la serie lo que le ha dado una mayor repercusión, sobre todo desde que, al principio de la quinta temporada, “The good wife” se animó a que su música tuviera más personalidad, se notara más, acompañara más los ritmos de las escenas. Y eligió hacerlo yéndose a un estilo clásico casi de música de cámara y del XVIII, en el que Buckley reconoce que hay influencias de Haydn, Mozart y hasta Bach. Optar por esa sensación de estar sentado en un concierto en el Auditorio Nacional, más que viendo a Alicia Florrick moviéndose por los tribunales, le ha dado a la serie una capa extra en un estado ya avanzado de su vida. Ha potenciado la idea de que sus responsables no se duermen en los laureles, de que siempre están buscando nuevos modos de mantenerla fresca y en movimiento. Algunos funcionan y otros no, pero el caso de la música de Buckley es especialmente significativo.

Fue justo en ese arranque de la quinta temporada y, sobre todo, en “Hitting the fan” donde esta renovada aproximación a la banda sonora quedó más clara. Esa música más clásica también es más juguetona, se mueve entre el drama y la comedia del mismo modo que lo hace la serie, y casi siempre se la nota ligera y elegante, como si se desplazara según el ritmo, también suave y sin estridencias, de sus cámaras. Pero “The good wife” no sólo utiliza la banda sonora instrumental de una manera ligeramente distinta de lo esperado. También lo hace con las canciones que se escuchan a veces en sus episodios. En ocasiones, lo que destaca es la elección de determinados grupos, como Beast o Tally Hall y su “Mucka blucka”, y en otras es justo cómo va apareciendo determinada canción en el capítulo lo que destaca. Los dos ejemplos más claros, y recientes, de esto son las utilizaciones de “High hopes”, de Bruce Springsteen, en la quinta temporada, y de “Bombs away”, de Eels, en el episodio del domingo pasado.

Escuchamos de las dos sólo parte del inicio instrumental durante casi todo el capítulo, punteando la trama concreta que acompañan. Es como si estuviera preparando el terreno para la resolución al final, momento en el que ya escuchamos los versos y, a lo mejor, hasta el estribillo de las canciones, resaltando el significado del momento que acabamos de ver. Quien viera esos últimos minutos de “Message discipline” captó perfectamente a qué se refería ese “bombas fuera, me vais a oír” del tema de Eels.