04 mayo 2014

El juego de Will

ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto el décimo episodio de la segunda temporada de "Hannibal", es mejor que no sigáis leyendo. O podéis ver en su lugar "Post Mortem", la serie de entrevistas breves que Scott Thompson, que interpreta a Jimmy Price, ha hecho para la web con algunos de los responsables de la serie.

Quien pelea con mosntruos tiene que tener cuidado de no convertirse también en un monstruo. Es frase de Nietzsche casi es un cliché, de lo mucho que se ha utilizado en multitud de sitios, pero para Will Graham y el tramo final de la segunda temporada de "Hannibal", tiene una aplicación muy directa. Will se propuso desde el principio, incluso cuando estaba encerrado, parar al doctor Lecter, hasta matándolo si hacía falta y es exactamente lo que está haciendo. Sabe que Hannibal ha visto en él algo que le intriga y en lo que, posiblemente, se vea identificado. Detecta en Will la misma pulsión por matar que siente él de vez en cuando, y se dedica a cuidar esos instintos, a cultivarlos, a intentar que Graham se convierta en esa idea latente que hay dentro de él, la idea de que puede ser otro Destripador de Chesapeake, otro Buffallo Bill. Tanto introducirse en la mente de esos asesinos para atraparlos, que ya vimos en la primera entrega que Will se siente a punto de perderse en esas personalidades trastornadas, y lo que Lecter quiere es exactamente eso, que se pierda allí para encontrar su verdadera naturaleza.

El tema de la transformación, de que el asesino busca convertirse en quien cree que debe ser, está muy presente en la mayoría de los villanos de Thomas Harris y, por ende, de la serie. Jame Gumb en "El silencio de los corderos" cree que quiere convertirse en mujer; Randall Tier siente que tiene transformarse en la bestia que siempre ha pensado que estaba dentro de él. Will se da cuenta de lo que Lecter quiere hacer con él, de lo que ha hecho con otros pacientes que también presentaban esa pulsión, y lo utiliza como ese cebo vivo que le decía a Jack Crawford que era necesario utilizar a veces para pescar a los peces más elusivos. Graham se ha colocado en el centro de la trampa para atraer a Lecter, pero el juego psicológico es muy peligroso. Le lleva a zambullirse en sus zonas más oscuras, en el lado psicopático y letal que sí está ahí de verdad y que picó la curiosidad del psiquiatra, y puede acabar convertido en precisamente el tipo de persona que intenta pillar.

La confusión de roles e identidades, la identificación demasiado cercana de unos y otros, queda clara en esas escenas de sexo entrelazadas, en las que parece a veces que Hannibal y Will están teniendo un trío con Alana Bloom (los fanfics van a echar humo) y donde vemos por primera vez la imagen con la que termina el capítulo, en la que las caras de uno y otro se vuelven indistinguibles. Por fin hay un plan en marcha para atrapar a Lecter y demostrar que es un asesino en serie caníbal (hasta Freddie Lounds ha llegado a la misma conclusión), pero su desarrollo conlleva enormes riesgos y requiere que todo el mundo se mueva por una línea muy fina. Cualquier paso en falso de Will puede suponer su muerte segura, pero si lo lleva a cabo demasiado perfectamente, ya nadie podrá impedir que complete su viaje al lado oscuro.

Música de la semana: "Black Box" es una serie médica nueva de ABC con una neurocirujana bipolar, que utiliza "Thieves and kings", de The Peach Kings, para ilustrar uno de los momentos eufóricos de su protagonista.

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